En una medida histórica, la legalización de millones de inmigrantes permitirá evitar la deportación y acceder a permisos de trabajo en Estados Unidos. Un gran paso en la igualdad de derechos.
En el día de ayer, millones de inmigrantes conocidos como los “sin papeles” en Estados Unidos presenciaron un hecho histórico. El presidente Barack Obama, en un solemne mensaje televisado, anunció un plan de regularización para casi la mitad de los 11,4 millones de inmigrantes.
Obama reveló que impulsará una “acción ejecutiva”, por decreto, que involucrará a unos 5 millones de inmigrantes indocumentados con un programa que demora las deportaciones de los padres de ciudadanos estadounidenses o residentes legales que vivan en el país los últimos 5 años. Además, estos podrían conseguir un permiso de trabajo renovable cada dos años si se someten a una revisión de antecedentes criminales.
Obama se mostró cauteloso y advirtió que “la amnistía masiva sería injusta” y “la deportación masiva sería imposible”. El beneficio de la legalización no contempla los programas de salud. Y además la policía deberá seguir notificando a las autoridades migratorias cuando arresten a un “sin papeles”, pero sólo se deportará a aquellos que tengan antecedentes penales ya sea por delitos menores o graves, actos terroristas, pertenezcan a pandillas o representen una amenaza a la seguridad del país. Y también se deportará a quienes ingresaron este año ilegalmente.
La regularización de los “sin papeles” había sido una promesa central en la campaña de Obama para su reelección en 2012. Como en el Parlamento la reforma no avanzaba, Obama firmó el decreto.
Obama no dejó pasar por alto las trabas que encontró en el poder legislativo y les dedicó unas palabras:
“Para aquellos legisladores que cuestionan mi autoridad para hacer que nuestro sistema de inmigración funcione mejor, o cuestionan mi capacidad de actuar donde el Congreso ha fallado, tengo una respuesta: aprueben una ley”.
(I)