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Enrique Tábara, el maestro que nunca detuvo sus pies hacia el vanguardismo

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Quienes lo conocieron lo recuerdan como un hombre gentil, soñador, de poca habla pero de franca conversación. De generosos saberes, siempre dispuesto al encuentro con los jóvenes artistas. El arte de Luis Enrique Tábara Zerna estuvo en constante vanguardia, las piernas -sus ‘Pata patas’– se convirtieron en su otra firma, en su otra manera de plasmar en lienzo al ser humano.

Enrique Tábara, el maestro que nunca detuvo sus pies hacia el vanguardismo

El maestro Tábara, como todos se refieren a él, partió ayer lunes 25 de enero a la edad de 90 años. Su deceso se dio en Cuatro Mangas, un recinto que está a 10 kilómetros de Quevedo, en Los Ríos. Lugar donde se retiraba de la sonoridad de la ciudad y se entregaba al silencio del campo para hacer lo que más amaba: pintar y esculpir.

Se va Tábara con sus propios pies que lo llevaron hasta Europa, pero queda su obra, referente de América Latina.

“Fue pintor hasta el última día de su vida”, asegura Eduardo Tábara, uno de sus hijos, quien explica que fue una muerte natural: un problema de insuficiencia renal le provocó un infarto.

“Nos llenó de lindos valores, deja buenos hijos, buenos padres. Estamos tranquilos y obviamente con el corazón destrozado. Fueron 72 años de carrera artística, dándolo todo por la cultura de su país”, añade Eduardo en nombre de sus diez hermanos: Javier, Juan David, Oswaldo, Enrique, Pilar, Gustavo, Ricardo, Fabricio, Gabriel y Carla.

En constante autodescubrimiento

Cuadro titulado La solterona, del artista guayaquileño Enrique Tábara. Exposición Maestros de la plástica ecuatoriana (2014).

Nació en el Barrio del Astillero de Guayaquil. Sus inicios en el arte estuvieron marcados por el realismo social, retratando lo que sus ojos percibían en los rincones sórdidos de la ciudad, como niños carboneros del barrio Garay, trabajadoras sexuales de la calle Machala, escenas de salones, personajes suburbiales y más.

Pero a partir de 1953 se encaminó hacia el arte moderno. Viajó a España en 1955, a la edad de 25 años, consiguiendo realizar 15 exhibiciones en diversas ciudades del continente europeo. De hecho, en octubre de 2020 tenía prevista una exposición en Cataluña, que no pudo llevarse adelante por la pandemia, afirma su hijo.

En 1961 el escritor francés André Breton lo invitó a ser parte de la delegación española para el Homenaje al Surrealismo, junto con otros artistas de renombre como Salvador Dalí, Joan Miró y Eugenio Granell.

En 1964 regresó a Ecuador con la temática precolombina. Y en 1968 creó su serie Pata pata. “Experimenté con coloraciones que antes nunca había encontrado, tomaba apuntes que se transformaban en cuadros de piernas, luego piernas con zapatos y pantalones con zapatos”, dijo en el 2010 a este Diario.

Los paisajes e insectos también fueron modelos para sus cuadros; era algo así como un maestro de la experimentación. “Yo me inspiro en unas imágenes o en unos ritmos, sobre todo ritmos… ritmos arquitectónicos, puedo darme a conocer con mis patas pero inspirándome en la cosa precolombina, ese es mi mensaje y no quiero nada más…”, le dijo al curador Rodolfo Kronfle en una entrevista para este Diario.

Lo que dicen de él otros artistas…

“Tábara era un artista icónico en cuanto a la modernidad (…), también fue importante porque evolucionaba de acuerdo a lo que él quería; primero pintó figurativo porque así aprendió a pintar, luego lo derivó a la ancestralidad y volvió a sus patas, después fue a los árboles que tenían patas y empieza esta forma icónica de meter sus símbolos en cada una de sus evoluciones. Él era, sobre todo, un gran observador de la composición…”, expresa Mariella García, directora ejecutiva del MAAC.

Para García hablar de Tábara es referirse a una persona importante en su vida, el profesor que la motivó a exponer y quien fue su crítico más fiel durante años. “Realmente si no se hubiera dado eso, no me habría dedicado a pintar”, confiesa.

“Tábara me decía que la pintura era cocina, que lo que se hacía rápido, el viento se lo llevaba…El Maac es eso, una cocina que viene desde el Museo Antropológico donde se visibiliza a Tábara desde instancias gubernamentales y se empieza en una sala autoral”, cuenta la antropóloga sobre la reserva del MAAC que custodia un total de 75 obras de Tábara.

“Se cierra una época de grandes pintores, de grandes maestros, que hicieron su propia cocina estética”, apunta.

“Un gran maestro que tuvo la virtud de brillar en dos siglos, en el siglo XX y en el siglo XXI, por la versatilidad de su talento”, sostiene por su lado Hernán Zúñiga, artista visual.

Él lo recuerda como un artista exigente -algo heredado seguramente de su maestro Hans Michaelson, en la Escuela de Bellas Artes, lugar donde estudió alentado por su hermana y madre-. “Nunca se detenía, siempre estaba innovando, es así como enrumbó su talento por ejemplo hacia el abstracionismo, también hubo un constructivismo que muy pronto lo llevó a una especie de pop latinoamericano…”, afirma.

“De tal manera que tenemos que enfrentar la pérdida de un paradigma estético de las artes visuales de Guayaquil y que tuvo una resonancia internacional”, continúa y resalta que Ecuador se queda en deuda con él “con una indiferencia intolerable”.

Por su parte, María José Félix, directora de Cultura de la Municipalidad de Guayaquil, sostiene que significa la pérdida del pintor más prolífico de las artes plásticas ecuatorianas.

“La trascendencia de su obra, en sus distintas etapas, refleja la evolución de un genio en constante búsqueda, que terminó siendo reconocido, ampliamente, como uno de los más grandes exponentes del arte ecuatoriano de todas las épocas”, dice.

“Guayaquil pierde a uno de sus hijos predilectos, y es nuestro compromiso en la Dirección de Cultura del Municipio ayudar a preservar su legado, que perdurará para las generaciones futuras, que seguirán apreciando en sus obras su talento inmortal”, añade.

Reconocimientos

En 2017 recibió una condecoración al mérito cultural por parte del pleno de la Asamblea Nacional.

Enrique Tábara llevó a cabo su primera exposición 1952 con apenas 22 años. Diez años después, en 1960, ganó el II Premio Internacional de Pintura Abstracta, en Suiza. En 1967 obtuvo el I Premio en el Salón de Julio. En 1988 recibió el Premio Nacional Eugenio Espejo.

En el 2017, el pleno de la Asamblea Nacional le otorgó una condecoración al mérito cultural. Sus obras están en algunos museos de Ecuador, España y el mundo.

La Fundación Enrique Tábara, junto a varias entidades, eligieron a noviembre como el mes de Tábara, en el que desarrollaban varias actividades en homenaje al maestro guayaquileño.

En el 2015 el cineasta David Grijalva y su hijo, estrenaron un documental sobre la vida y obra del artista plástico titulado Enrique Tábara, memoria efímera. Esto fue parte de su serie Memoria de las artes del puerto que mostraba una perspectiva dialéctica de la evolución de las artes contemporáneas de la región Litoral.

El sueño del museo

“Yo confío en que algún día se haga el museo, que si no lo hago yo, lo hagan mis hijos. Ese sería un regalo que yo haga para el país, a través de la fundación (Fundación Enrique Tábara)”, expresó con plena seguridad en el 2016 a EL UNIVERSO, al referirse al Museo de Arte Precolombino que quería fundar.

Hace más de veinte años esa idea se había convertido en su cuenta pendiente, en el sueño que deseaba ver cristalizado antes de “partir a donde todos al final de la vida debemos de partir”.

Incluso, ya imaginaba como iba a ser su estrucrura: “muy curiosa, muy rara y de un gran atractivo turístico”.

Su plan era levantar el museo en la hectárea de un terreno que tenía en Cuatro Mangas; con 5.000 piezas arqueológicas de diferentes culturas ancestrales y 100 cuadros de diferentes pintores nacionales y extranjeros.

¿Se concretará el anhelo que mantuvo en vida el maestro Tábara?. “En eso estamos, por años hemos trabajo en ello. Esperemos que la ayuda en algún momento llegue por medio de la Fundación Enrique Tábara que es la contenedora de su patrimonio”, dice su hijo Eduardo Tábara. (I)

https://www.eluniverso.com/entretenimiento/2021/01/26/nota/9602761/enrique-tabara-muerte-obra