Salir de la Unasur requiere ingentes cantidades de saliva. Ayer la Asamblea Nacional aprobó con 79 votos afirmativos la denuncia del tratado y da paso oficialmente a la desvinculación del bloque. No sin antes una acalorada discusión.
En un extremo del salón plenario, el bloque correísta no perdió la oportunidad de cantar las glorias de la integración regional y la soberanía, citar a Allende y a Simón Bolívar y acusar al Imperio de dividir a los pueblos de la tierra. En el otro extremo, el resto de partidos hicieron lo posible por recordar los fracasos de la década ganada. En medio, los oficialistas guardaron prudente (o vergonzante) silencio que los caracteriza.
El informe de la Comisión de Relaciones Internacionales, que recomienda la denuncia del tratado de constitución de la Unasur, llegó ayer al pleno de la Asamblea. Fabricio Villamar expuso los argumentos: el esquema rígido de toma de decisiones que llevó al organismo a su paralización y acefalía por dos años; la carga presupuestaria que representa para el Estado ecuatoriano; la absoluta inexistencia de beneficios para el país. Otros abundaron con la causa que se convirtió en el centro del debate: Unasur fue un instrumento ideológico del socialismo del siglo XXI.
“¿De qué sirvió? De nada”, confirmó Encarnación Duchi, de Pachakutik. “Hicieron un edificio para trabajar en nada”, redundó el socialcristiano Dennis Marín. Y diagnosticó: “Argentina, Brasil, Chile, Perú, Colombia y Paraguay se han ido. Este organismo ya se disolvió”.
“¡No se ha disuelto!”, reaccionó la correísta Esther Cuesta: quedan Uruguay, Bolivia, Venezuela, Surinam y Guyana. “Mientras en Unasur quede un solo país, no podrá desintegrarse”, ratificó Juan Cárdenas. Al privilegio de ser la sede de un organismo integrado por tan importantes países, Gabriela Rivadeneira lo calificó como la “oportunidad de posicionarse como polo del mundo multipolar”.
Rivadeneira fue la más apasionada defensora de la permanencia de Ecuador en el organismo regional en crisis. Ella enumeró lo que, a su entender, son los logros de Unasur, como quien despacha una lista de organismos burocráticos: “Se crearon doce consejos sectoriales, tres instancias, ocho grupos de trabajo, distintos planes de trabajo anuales, doce consejos ministeriales, grupos de trabajo permanente y temporales”.
Antes de rendirse a la votación, los correístas denunciaron irregularidades en la manera como la Comisión de Asuntos Internacionales trató el tema de la Unasur. Dijeron que, por ejemplo, el expresidente Samper no fue invitado. Tampoco fueron recibidos algunos académicos de la Flacso que tenían aportes que hacer. El titular de la comisión, Fernando Flores, aclaró que Samper se excusó y mandó sus razones por escrito y que los académicos de la Flacso fueron también invitados. Se excusaron, dijo. Algunos de ellos por estar de vacaciones “en el Imperio”.
Si no es para la Unasur, será para la Prefectura de Pichincha que preside Paola Pabón. Gabriela Rivadeneira lanzó una advertencia que sonó a amenaza. Recordó que el terreno donde se levantó el edificio de Unasur fue donado por el Consejo Provincial de Pichincha con la condición, estipulada en el convenio respectivo, de revertir la propiedad si no cumpliera con el uso predeterminado.
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