La propuesta oficial de diálogo y el tratamiento del caso Odebrecht tensaron las relaciones entre el presidente Lenín Moreno y su antecesor, Rafael Correa, a tal punto que este último denunció un “desaire” hacia su gobierno y “deslealtades”.
Moreno reaccionó marcando distancia hacia una actitud que calificó de “odio”.
El quiebre fue el pasado martes cuando Moreno anunció la restitución a la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) del inmueble donde operó su sede. Lo ofreció en comodato por 100 años.
Correa calificó la decisión como “otro innecesario desaire a mi gobierno”, y opinó –en Twitter– que la “estrategia de diferenciarse no solo es desleal, es mediocre”.
Ya antes había advertido “deslealtades” en el interior de Alianza PAIS (AP), movimiento político por el cual fue jefe de Estado durante diez años.
El pasado 12 de junio publicó en su Twitter que le “preocupaba” el “frente interno”, pues había oído hablar “de marcar distancia” con su gestión.
El tuit lo escribió al comentar que el proceso judicial en contra del exministro Walter Solís no era por el caso Odebrecht.
Las investigaciones en torno al supuesto pago de coimas por parte de la empresa brasileña, en varios países de la región, generaron el primer malestar.
(I)