El historiador y político socialista Enrique Ayala Mora en entrevista realizada para revista La Verdad, analiza las últimas marchas desarrolladas en el país. Repasa los orígenes del caudillismo en el Ecuador para entender la herencia del correísmo. Señala además los principales elementos que lo sostienen: La creación de una gran clientela política, la propaganda, un programa de obras públicas y el respaldo de las Fuerzas Armadas.
Se vienen demandas (FUT) ante la Corte Constitucional, denuncias ante la OIT y se habla de fijar la fecha para un paro nacional de actividades. El presidente Rafael Correa minimizó la marcha de los trabajadores ¿Cuál es su análisis de las marchas del 1 de mayo a favor y en contra del Gobierno en todo el país?
La marcha del primero de mayo fue una de las más grandes movilizaciones en la historia del país en los últimos cuarenta años. Quienes hemos estado en la mayoría de estas marchas sabemos que por lo general la marcha del primero de mayo es numerosa, pero en este caso, no solamente estuvieron trabajadores, sectores organizados, sino una gran cantidad y creo que en su mayoría, de personas sueltas, ciudadanía que no es propiamente parte de un sindicato o de un comité de empresa, que simplemente salió a protestar contra el gobierno. Creo que la marcha ha sido muy imponente, se ha calculado el número de gente en setenta, ochenta mil personas y considero, sin tener un dato tan exacto que así fue. La marcha del gobierno también fue numerosa, tuvo un número importante de gente, pero todos coinciden en que bastante menos que la marcha de los trabajadores, cuando digo todos es todos menos Correa, pues él ha estado insistiendo en que ha ganado ocho a uno, disparates de esos, pero el hecho concreto es que la marcha puso muy nervioso a Correa.
“Hay una Constitución que tiene una situación de contradicción interna, por un lado garantiza una serie de derechos en la parte dogmática, pero por otro lado consolida el poder de una sola persona en la parte orgánica… Hoy esa Constitución está cada vez más a la medida del déspota de turno”.
“El gobierno ha tenido que vérselas de un tiempo acá con un conjunto de la sociedad organizada y también con el conjunto de espontáneos que han hecho que su popularidad se restrinja enormemente y que además la situación de enfrentamiento permanezca casi sin alteración”, dijo Ayala Mora.
19 de noviembre – 19 de marzo – 01 de mayo. Usted ha señalado que se vienen dos años de agitación social ¿Qué elementos o situaciones permiten hacer esa afirmación?
Primero un agotamiento del gobierno, segundo el resultado de una política sostenida de persecución al movimiento social por parte del gobierno, al principio logró silenciar a ciertos movimientos sociales, imponer el miedo, pero la gente ha ido perdiendo el miedo y ha ido sacudiéndose. Pero también hay otros elementos, es indudable que la crisis económica afecta y afecta no solo en la medida en que suben los precios cuando los ingresos están congelados, sino también en la medida en que el gobierno ha tomado fuertes medidas anti obreras. Estas medidas que el gobierno ha tomado, que tienen que ver con la limitación de la organización, la mensualización del décimo tercero y décimo cuarto, ha ido unida al error o al desliz quizá más grave del gobierno que es haber suprimido el aporte estatal para las pensiones jubilares del Seguro Social; eso ha creado una reacción social no solo en los trabajadores que son futuros jubilados sino en jubilados propiamente dichos muy grande. Por otro lado, a esto hay que añadir que el gobierno ha implantado una política muy fuerte de agresividad, una política de violencia verbal que antes era poco contestada, pero que ahora ha empezado a ser contestada desde las calles y sobre todo en redes sociales. El gobierno está muy deteriorado precisamente por esta especie de obsesión de agredir que tiene. Además de ello, hay una reactivación de las fuerzas políticas, ya el señor Lasso y otros grupos han planteado el tema de la consulta popular para contrarrestar el intento del gobierno de autorizar la reelección indefinida y eso, moviliza ciertos sectores. La movilización de los trabajadores, campesinos, indígenas, también se moviliza a la izquierda; en ese sentido, hay una gran confluencia con otros grupos sobre todo sectores medios que no están organizados pero que están enfrentados firmemente con el gobierno. En suma, el gobierno ha tenido que vérselas de un tiempo acá con un conjunto de la sociedad organizada y también con el conjunto de espontáneos que han hecho que su popularidad se restrinja enormemente y que además la situación de enfrentamiento permanezca casi sin alteración.
“El gobierno ha tenido que vérselas de un tiempo acá con un conjunto de la sociedad organizada y también con el conjunto de espontáneos que han hecho que su popularidad se restrinja enormemente y que además la situación de enfrentamiento permanezca casi sin alteración”.
¿Usted cómo lo ve políticamente al Gobierno de aquí al 2017?
Van a ser años muy difíciles, van a ser épocas de restricción económica, de enfrentamiento político y de mucha movilización social. Tal como están las cosas, la posibilidad de reelección del gobierno va a ser cada vez más limitada, cada vez menos factible a pesar de que el gobierno tiene los recursos para hacer un fraude. Sin embargo, creo que Correa y el correísmo pueden perder a pesar del fraude. No se debe descartar tampoco la posibilidad de que en este país donde hay tanta experiencia de tumbarse gobiernos desde la calle, suceda algo de esa naturaleza, en donde el propio Correa en algún momento provoque con sus actitudes un deterioro del gobierno y una caída en la cual, obviamente los árbitros son los militares.
Por otro lado, se ha afirmado que el problema no solo es el Presidente Correa sino la existencia de una Constitución perversa la cual está mal diseñada ¿En qué medida?
Esa Constitución es un mamotreto, lo dijimos desde que fue aprobada, desde que se dio el proceso de Montecristi, en el cual hubo muy poca participación social efectiva, mucha presión del gobierno que movilizaba sus clientelas pero realmente muy poca participación de la gente. Durante ese proceso hubo una serie de prejuicios y de convicciones profundamente desinformadas, comenzando desde el presidente de la Asamblea que se empeñó en algunas instituciones constitucionales de las cuales hoy hemos sufrido como país como por ejemplo el famoso cuarto poder. Hay una Constitución que tiene una situación de contradicción interna, en donde por un lado garantiza una serie de derechos en la parte dogmática, pero que por otro lado consolida el poder de una sola persona en la parte orgánica. La Constitución actual creó dos poderes más, hoy hay cinco, sin embargo en la práctica existe solamente uno.
¿Y aquí cabe una reforma o hay que cambiar la Constitución?
Las reformas que se han hecho han empeorado la Constitución, cada vez que el gobierno tomó una iniciativa ha sido para limitar derechos, ha sido para que la Constitución elimine una serie de elementos democráticos que tenía, de manera que hoy esa Constitución está cada vez más a la medida del déspota de turno. Sin embargo, hay un recurso constitucional que está en los últimos artículos de la Constitución vigente que señala que se puede pedir la convocatoria de una Asamblea Constituyente el cual ha tenido eco prácticamente en todos los sectores de la población. Es decir, se trata de hacer una convocatoria para que una Asamblea con plenos poderes haga una revisión total de la Constitución, sobre todo en la parte orgánica, porque en la parte dogmática los derechos que están ahí consagrados fueron un avance en un momento en el país y no tiene sentido retroceder ahí.
En lo que respecta al caudillismo en el Ecuador es importante determinar si ¿realmente estamos frente a un modelo caudillista? y ¿qué elementos diferencian este caudillismo de modelos anteriores?
Bueno, no creo yo que sea solo el caso de Correa, yo creo que la crisis del sistema político ecuatoriano que comenzó en 1979 devino en un esquema caudillista, solo así se explica la presencia de Lucio Gutiérrez por ejemplo que funcionó precisamente como un caudillo militar, que al final terminó electo Presidente de la República y que tiene un partido de clientela, que no tiene estructura como tal sino que se debe a una adhesión personal de su clientela y de su electorado. Ello tiene su máxima expresión en Rafael Correa, él es un caudillo típico de nuestra historia en la medida en que se reflejan en él los rasgos más importantes del caudillismo tradicional, en eso no ha cambiado, una apelación directa a la gente, una simplificación del discurso moralista entre buenos y malos, una utilización masiva de un sistema de clientela, un intento expreso de no tener una organización política, en fin.
Por otra parte, los caudillos siempre han servido a la oligarquía, siempre han sido caudillos que al final pese a algunas posturas formalmente anti oligárquicas o con un discurso anti norteamericano se pretendían plantear como progresistas pero en la práctica son recursos de corte profundamente reaccionario. En esto se parece a una larga tradición de caudillismo que comenzó con la fundación de la República y eso ha pasado siempre que el sistema político no funciona como tal, el caudillo reemplaza a la organización política.
“Correa es un caudillo autoritario, un déspota que rompe constantemente la propia Constitución y las leyes que él mismo ha hecho pero que se mantiene en el marco general de un régimen constitucional que está golpeado y bastante disminuido, sobre todo por la persecución al movimiento social”.
¿Se puede considerar a esta administración como socialista o de izquierda?
Socialista no fue nunca, ni militó nunca en la izquierda, la izquierda ecuatoriana como la del resto del mundo tiene una característica y es que la persona que está vinculada a la izquierda milita en una organización política, se afilia a una agrupación y desde luego se compromete con ella, Correa nunca lo hizo.
Por otra parte, también es ideológicamente lo más parecido a un demócrata cristiano de los años sesenta y setenta que al socialismo propiamente dicho. Lo que pasa es que Correa fue usufructuario de años de resistencia al modelo neoliberal, Correa fue una persona que aprovechó la movilización social y el descontento que se había generado y le atinó con un discurso adecuado, con una imagen pública renovada, se trata de un caudillo con internet, un caudillo con nuevos recursos técnicos pero con un mismo contenido profundamente conservador.
“El caudillismo ecuatoriano tiene esta característica, el caudillo tiene un momento de alzada, un momento de influencia, de cierto romance con las masas y otro momento de caída en el cual normalmente el pueblo le da la espalda”.
¿En qué se sostiene actualmente el Correísmo?
El correísmo tiene varios elementos, primero tiene todavía un respaldo popular importante, o sea hay sectores de la población que lo respaldan, ya no son mayoritarios pero de todas maneras son sectores que tienen su peso y su importancia; en segundo lugar, tiene el aparato del Estado, controla el ejército, controla la policía, controla los recursos fiscales y sobre todo controla el Congreso y la Función Judicial. Esta política de miedo que se ha instalado en el país se debe precisamente a que el control que tiene el gobierno sobre la función judicial hace que aunque la función ha mejorado notoriamente en algunos aspectos de su funcionamiento bajo este gobierno, ningún juez sentencie contra lo que el Presidente dice o el gobierno aspira; entonces con un control de todos los poderes el panorama es el que conocemos, el que hemos visto, de una limitación absoluta de los pocos elementos democráticos que tenía el sistema político.
¿Se puede considerar al Ecuador como un Estado totalitario?
No, hasta allá no hemos llegado, yo no creo ni siquiera que Correa sea un dictador, yo creo que Correa es un caudillo autoritario, un déspota que rompe constantemente la propia Constitución y las leyes que él mismo ha hecho pero que se mantiene en el marco general de un régimen constitucional que está golpeado y bastante disminuido, sobre todo por la persecución al movimiento social. Es importante aquí hacer una observación: el gobierno dice que está enfrentando a la oligarquía sin embargo, yo no veo ningún oligarca preso, no veo ningún gran potentado del país que haya sido perseguido por el gobierno al menos en los últimos años, lo que veo es que son indígenas, profesores, campesinos, esos son los perseguidos por el gobierno. En segundo lugar, los felices con el gobierno son las grandes corporaciones dedicadas a la distribución económica, grandes grupos dedicados a la importación, esos son la base del correísmo por eso es que tiene tanta fuerza.
¿Usted considera que las Fuerzas Armadas siguen siendo el árbitro que permite el desarrollo o el quiebre de los procesos políticos en el país?
Ahora como antes esa es su función, los militares ecuatorianos han sido siempre un puntal del sistema por una parte, pero por otro lado han sido árbitros del poder. Hay momentos en que los militares ejercen ese arbitraje, no siempre pero cuando hay agitación social, cuando se paralizan las ciudades, cuando hay un proceso real de oposición popular, oposición que en este caso ya no solo es de sectores populares sino también sectores medios, cuando se da eso, los militares al fin y al cabo deciden si el Presidente se va o se queda en el poder, esa ha sido la constante de los últimos 180 años y esa ha sido la situación de la caída de tres gobiernos y de la no caída de los otros gobiernos. Podemos tomar como ejemplo la fuerte movilización de los indígenas en el tiempo de Gustavo Noboa cuando se tomaron la Universidad Salesiana, aquí se terminó en un acuerdo porque no hubo las condiciones para que se altere la presencia en ese caso de Gustavo Noboa en el gobierno.
“Veo que muchos sectores entusiastas de Correa entre los que se encontraban los trabajadores, ahora son sus principales cuestionadores y los que gritan en las calles ¡fuera Correa fuera!”.
¿La acumulación de estas protestas sociales podría llevar a tomar una determinación por parte de las Fuerzas Armadas?
La acumulación de errores del gobierno sobre todo porque ha enfrentado duramente a la Policía, no ha logrado la confianza de las Fuerzas Armadas, de los militares sobre todo de los mandos medios que son a la larga los que deciden, y en esas circunstancias, el momento en que se tenga un cuestionamiento fuerte desde el movimiento social, el rato en que se calienten las calles, el gobierno no va a tener quien le defienda.
¿Cuál ha sido la historia de los caudillos que han pretendido quedarse en el poder y cuál ha sido la reacción del pueblo frente a los caudillos políticos a lo largo de la historia?
Ha sido muy variada, pero casi siempre la experiencia ha sido que el pueblo termina rechazando los intentos de perpetuarse en el poder, esa fue la reacción contra Flores, esa fue la reacción contra García Moreno, esa fue la reacción contra Caamaño que sin ser el presidente gobernó el país durante tres períodos, a través de otras personas incluso y, esa fue la realidad de Velasco Ibarra; o sea, los caudillos ecuatorianos han sido parecidos, incluso Eloy Alfaro terminó muy impopular en Quito, tan impopular que aquí lo arrastraron. Es decir, el caudillismo ecuatoriano tiene esta característica, el caudillo tiene un momento de alzada, un momento de influencia, de cierto romance con las masas y otro momento de caída en el cual normalmente el pueblo le da la espalda.
Velasco Ibarra fue electo cinco veces presidente de la república y cuatro veces le tumbaron, posiblemente muchos de los que le vivaban antes de las elecciones, ese es un ejemplo para el país. En este caso, veo que muchos sectores entusiastas de Correa entre los que se encontraban los trabajadores por ejemplo, ahora son sus principales cuestionadores y los que gritan en las calles “¡fuera Correa fuera!”.
¿Qué tan largos son los procesos políticos en el Ecuador?
Los historiadores siempre hemos dicho que el Ecuador es un país de cortas duraciones, aquí no hay procesos ni una influencia política de treinta años como don Porfirio Díaz o como Juan Vicente Gómez, como los grandes dictadores y caudillos latinoamericanos, eso no hay en el Ecuador, los ciclos han sido más cortos pero Correa tuvo dos golpes de suerte, primero que fue beneficiario de un proceso en el cual se liquidó el sistema político, entonces liquidado el sistema apolítico obviamente lo que hubo es imposibilidad de reemplazarlo y por eso estuvo ahí la figura del caudillo y, en segundo lugar tuvo un auge económico, un auge de las exportaciones de petróleo verdaderamente notable, ambas cosas apuntalaron a que él se transforme en un caudillo con una presencia más permanente, pero yo creo que a estas alturas los cuestionamientos han sido cada vez más duros y Correa ya no tiene ninguna condición de llegar a ser Presidente de la República por una nueva oportunidad si es que no media un fraude.
¿Cómo mira usted el Ecuador posterior al correísmo?
En primer lugar estoy seguro de que habrá una Asamblea Constituyente, porque la situación es insostenible, no se puede tener un sistema político con un esquema constitucional tan inconveniente, tan contradictorio, lleno de estas dispersiones del poder. Luego, yo no creo que después de Correa la crisis esté vencida, va a ser una época de crisis difícil para el país, yo veo sobre todo en las redes sociales que ya la gente comienza a decir cualquier cosa menos él, cuando la gente ya comienza a decir eso quiere decir que están dispuestos a cualquier medida radical, entonces creo que habrá una reacción anti correísta muy fuerte en donde sobre todo se denunciarán todo lo que está represado como son todos los actos de corrupción.
¿Los ciclos económicos tienden a repetirse en el Ecuador?
La historia no se repite nunca, siempre hay un elemento nuevo pero lo que sí es evidente es que en nuestro país se han dado condiciones de cambio de la situación política, un Correa popular con una capacidad enorme de desmovilizar a la oposición, está dando paso a un Correa impopular en que la oposición tiene capacidad de movilización, esas cosas son notorias.
¿Usted ve en el mediano plazo un gran acuerdo nacional que posibilite un reemplazo del presidente Correa?
Podría haber un acuerdo sobre hacer la Constituyente, ese sería un acuerdo en el cual algunas personas podríamos pensar que prácticamente toda la opinión pública ecuatoriana y las fuerzas políticas estén de acuerdo menos Correa, eso por un lado; el otro tema es algo mucho más económico, es un tema en el cual hay que preguntarse cómo va a evolucionar la crisis.
Finalmente, ¿cómo mira usted el futuro de la tesis del Socialismo del Siglo XXI en la región?
Está claro que en la actualidad el Socialismo del Siglo XXI perdió totalmente su contenido. Siempre se quiso poner el nombre de Socialismo del Siglo XXI para que parezca un poco socialismo, para que no asuste, además porque Correa no entiende en qué consiste un proyecto socialista y no tiene razón de hacerlo pues nunca ha estado preparándose en política para eso. A mí lo que me parece evidente es que en el Ecuador estamos en una situación en la cual la sucesión de Correa va a irse generando en la oposición, no creo que se pueda poner a alguien con tres años de anticipación y decir este es el hombre, yo creo que eso va a darse como surgió el propio Correa, en un momento de mucha incertidumbre, eso es lo que creo que va a pasar.
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Perfil
Enrique Ayala Mora es licenciado y doctor en Historia y rector de la Universidad Andina Simón Bolívar. Estudió en las universidades de Essex y Oxford. Fue diputado y líder del Partido Socialista por varias décadas. Se encuentra distanciado de su partido por el respaldo que varios dirigentes han mostrado al Gobierno actual.
Por: Cristian Bravo Gallardo
Fotografía: María Augusta Rojas