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Roberto Gilbert Febres-Cordero, un hombre entrenado para servir

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Dr. Roberto Gilbert Febres-Cordero, especialista en Cirugía General y Cirugía Cardíaca. Foto: Daniel Vera

Con paso presuroso y con el tiempo calculado para cada actividad, pero con la sencillez que lo caracteriza, así nos recibió el Dr. Roberto Gilbert Febres-Cordero en su consultorio ubicado en la Clínica Guayaquil.

 

No podíamos extender la entrevista, pues pasando la puerta de su pequeño consultorio que por cierto recoge la historia de todos los deportes en lo que él ha incursionado con éxito, lo esperaban sus pacientes y con ellos sus familiares, a quienes no puede abandonar ni perder de vista, porque para el Dr. Roberto Gilbert Febres-Cordero todos sus pacientes son importantes y a todos cuida por igual.

 

“Aquí se atiende desde el negro al blanco, desde el indio al mestizo, desde el más pobre hasta el más rico y todos los intermedios. Desde el PRE, Prian, Alianza PAIS, Madera de Guerrero, ¡todos! Yo soy amigo de todos”.

 

Cuenta que su vida está dentro de esta clínica, por lo que no es raro que su vocación surja desde temprana edad, pues desde muy niño fue un espectador silencioso de las largas horas de trabajo de su padre Roberto Gilbert Elizalde quien sin importar la hora o el día, bajaba presuroso del tercer piso de este sanatorio donde vivían para atender a sus pacientes.

 

“Yo nací en esta clínica y viví en ella por catorce años. Todo el tercer piso de la Clínica Guayaquil era la casa de nosotros. Mi padre fue cirujano, mi abuelo fue cirujano, mi bisabuelo fue médico, yo solamente supe de la medicina desde muy niño, pues continuamente veía a mi padre subir y bajar para ver a sus pacientes, lo veía operar y entré a ver cirugías desde que tenía 6 años. El ejemplo de mi padre fue muy contaminante, muy motivador, siempre acompañado de mi madre, pues mi madre fue, es y sigue siendo un pilar muy fundamental para nosotros”.

 

Para Gilbert en aquella época entrar al quirófano “era una cosa normal”, no le temía a la sangre ni mucho menos a las heridas, por muy impactantes que sean, su única preocupación era prestar ayuda inmediata y aliviar el dolor intenso de los heridos.

 

“Nunca me molestó ver algo de sangre o de pus, tampoco me ponía nervioso porque la gente gritaba por el dolor, al contrario, sólo me preocupaba cómo se puede arreglar o cómo se puede ayudar. Así fue como me fue gustando la medicina y siempre dije ‘¡voy a ser cirujano!’”.

 

Convencido de lo que quería ser en el futuro, un día dijo que se especializaría como cirujano de corazón.

“Yo le debo todo a mi padre. Mi padre fue uno de los pioneros de la cirugía en este país, especialmente cuando comienza a desarrollarse en el mundo la cirugía de corazón. Yo siempre lo veía hacer ciertas cosas en el corazón, traía invitados extranjeros para hacer operaciones de corazón, y entonces yo decía: ‘¡Yo tengo que ser cirujano de corazón algún día!’, esa era mi meta. Y así fue que con el apoyo de mi padre y mi madre y otros familiares míos, después de haber estudiado en la Universidad Estatal de Guayaquil, pude especializarme en cirugía cardiaca en Suiza y en Estados Unidos. Yo hago dos especialidades: Cirugía General y Cirugía Cardíaca”.

 

Con 35 años ejerciendo esta sacrificada pero hermosa labor como médico cirujano, en más de una ocasión se presentaron varios imprevistos. Este fue el caso de lo sucedido en una cirugía de corazón de nivel III, que es lo más complejo. “Por ejemplo que le estén haciendo un cateterismo cardíaco a un paciente y de repente se rompe el corazón y uno tiene que meterlo en menos de 15 minutos tiene que estar abierto y tratando de suturar ese corazón”.

 

“Los cirujanos tenemos muchas experiencias. Luchamos contra la muerte todos los días, muchas veces le ganamos, pero otras, la muerte para todos llega”.

 

Lo más difícil de ser cirujano

“Lo más difícil es decirle al familiar que su paciente se va a morir. La  manera en que tienes que decirle, sobretodo cuando es imprevisto. A veces el familiar no entiende porque el mismo cariño que tiene el familiar por un paciente, hace borrar cualquier explicación científica, lógica, veraz, convencedora, que el cirujano le de, porque ellos se encierran en que su familiar no tenía por qué estar muerto; pero después van asimilando poco a poco porque la vida es así. Uno no es Dios. Uno es un instrumento de Dios, y el morirse es parte del ciclo de la vida de uno y sobretodo cuanto se está con serias enfermedades”.

 

Cirujano Cardiovascular Pediátrico

Durante 16 años, Roberto Gilbert Febres-Cordero operó niños. Hizo cirugía cardiovascular pediátrica. “Eso es lo más espectacular del mundo, cuando uno opera el corazón de un niño de uno, dos o tres años”. En la actualidad se desempeña como presidente de la Clínica Guayaquil y Cirujano Jefe. Ya no opera a niños, ¿la razón? Porque ya entrenó un equipo para que realice ese tipo de operaciones, además porque la demanda de adultos es mucha y porque ya hay gente muy preparada en la ciudad para operar niños en el Hospital Roberto Gilbert Elizalde.

 

400 Cirugías al año

Según datos del cirujano, en este centro de salud se atienden alrededor de 1.300 pacientes al año. Él como cirujano realiza más de 400 cirugías al año entre planificadas, clásicas, generales y de emergencia. La tasa de mortalidad de este sanatorio es de 1% a 2%.

 

“Estamos hablando de casos sumamente malos, que si ya no se operan se mueren, y a veces tenemos que correr el riesgo en conjunto y tratar de cruzar ese puente entre el paciente, el que habla, mi equipo y los familiares”.

 

“Yo fui entrenado para servir”

Dueño de una personalidad arrolladora y de una sonrisa franca que te invita al diálogo. Roberto Gilbert Febres-Cordero, se considera como una persona formada para hacer el bien, “yo fui entrenado para servir”, valores inculcados por sus padres.

 

Su mayor virtud es trabajar todos los días y darles la vuelta a todos sus pacientes, “porque esta es mi casa, aquí es donde nací y esta casa tiene que funcionar. Nosotros tenemos la obligación de curar y cuando no podemos curar tenemos la obligación de aliviar”.

 

Trabaja en la institución médica privada más antigua del país como es la Clínica Guayaquil, la cual tiene más de 95 años funcionando. La entidad pertenece a la familia Gilbert Febres-Cordero y todos quienes ahí laboran tienen como meta, servir. “Esta no es una compañía donde los accionistas están atrás de las utilidades, esta es una compañía en la que los accionistas quieren servir al que menos tiene, porque así decía nuestro abuelo Abel Gilbert Pontón”.

 

El médico recordó la célebre frase de su abuelo Abel Gilbert Pontón, quien fue director fundador de la Clínica Guayaquil entre el año 1919-1949. “Mis manos no me pertenecen, son del pobre cuando las necesita y del rico cuando las paga”.

 

Otra frase que marcó su vida y que evocó es la de su padre, el Dr. Roberto Gilbert Elizalde, quien fue director del sanatorio entre el año 1950-1999. “El paciente debe ser el centro de nuestro universo y todos nuestros esfuerzos deben volcarse hacia él”.

 

De ahí su vocación por servir al prójimo. Roberto Gilbert reconoce que es una persona que en ocasiones tiene mal carácter, “por lo estricto que soy, a veces soy un poco mal genio, pero ya con la edad creo que me he ablandado un poquito, porque veo que el mal genio no me lleva a nada”. Sin embargo, resalta que la disciplina tiene que primar sobre todo cuando se dirige un centro hospitalario. “Aquí no se venden papas ni carros ni televisores. Aquí provees curación, salud, cariño, comprensión, honestidad y consuelo, porque ese paciente pone las manos y su vida en ti”.

 

Gilbert reveló que sus hijas Mónica Delia y Melissa se están preparando en el extranjero para formar parte del grupo hospitalario de esta noble institución. Una en Cirugía y la otra en Administración Hospitalaria.

 

En un futuro, este médico cirujano se visualiza como Asesor de Cirugía, una vez que pueda hacer el relevo generacional, el cual piensa se dará en algún momento. “Uno tiene que aprender hacer, luego uno tiene que hacer y hacer, y luego uno tiene que dejar hacer”, pero siempre estando al lado de ellos porque en algún momento ellos van a necesitarte como soporte médico.

 

Un amante del deporte

Roberto Gilbert Febres-Cordero no sólo ha incursionado en la medicina, sino también en el deporte. Ha practicado beisbol, indor, básquet, esquí acuático, gimnasia olímpica, fuera bordismo, tiro práctico y hasta se ha desempeñado como dirigente deportivo.

 

Su pasión por el deporte surgió a temprana edad. Cuenta que desde muy pequeño jugaba indor en el patio de la clínica con la gente del barrio; y básquetbol con sus compañeros del Colegio San José La Salle, entre ellos, el empresario ecuatoriano Álvaro Noboa a quien le tiene un aprecio infinito, pues fue su compañero de banca desde preparatoria hasta sexto año que se graduaron juntos.

 

Su amor por el fútbol lo llevó a ser el pionero de los interbarriales. Contó  que el primer interbarrial fue realizado por diario El Telégrafo con el periodista Alberto Sánchez Varas, de allí surgió el equipo Shell, para aquella época el bordeaba los 24 años. “Mi tío, Agustín Febres Cordero (+), que era representante de Shell en el país, nos prestaba su camioneta y nos íbamos a jugar pelota a los distintos recintos”. Después de esta etapa, surgió la de dirigente deportivo.

 

Como si esto fuera poco, Gilbert ha practicado fuera bordismo y es el Campeón de Tiro Práctico, disciplina con la que cuenta con varios títulos. Además es dirigente de Tiro Práctico de la provincia del Guayas y presidente del Club Guayas de Tiro y Aviación.

 

Contó que en el 2005 organizó en Guayaquil, un Campeonato Mundial de Tiro Práctico. Evento en el que participaron 1.600 deportistas de esta disciplina, lo que significó un gran logró para él como dirigente deportivo, además de fomentar el turismo deportivo en el país.

 

“Yo traje el mundo a mi ciudad. Vinieron 1.600 deportistas que estuvieron por el lapso de 10 días consecutivos aquí en Guayaquil, lo que generó turismo deportivo y dejó algo de dinero deportivo en la ciudad… Hasta la fecha, no ha habido evento deportivo en el país que haya congregado a 1.600 deportistas por el espacio de 10 días consecutivos y que haya dejado $ 3 millones de dólares al Ecuador”, sentenció.

 

Este apasionado por la medicina y el deporte dice sentirse satisfecho por los logos obtenidos en su faceta como dirigente deportivo, además de la labor desempeñada por muchos años de su vida en la Federación Deportiva del Guayas, donde llegó a ser presidente de la institución por un par de periodos.

 

En la actualidad, se desempeña como asesor y vocal principal del directorio de la Federación Deportiva del Guayas. Además es presidente del Club Guayas de Tiro y Aviación, y presidente de la Asociación de Tiro Práctico de la Federación Deportiva del Guayas. A esto se suma su labor como presidente de la Clínica Guayaquil y Cirujano Jefe.

 

Lo que no sabía de Roberto Gilbert Febres-Cordero

A los 6 años de edad entró por primera vez a un quirófano para ver como su padre operaba a un paciente.

 

A los 8 años, puso su primera inyección en el muslo de su abuelo, el Dr. Abel Gilbert Pontón. “De manos de él la puse. Él mismo me llevó, me dijo ‘ven acá, empuja el émbolo y yo se la puse”.

 

Entre los 8 y 10 años de edad, dio un masaje al corazón directo. “Antiguamente no se daban masajes al corazón afuera, si no que se habría el pecho y se daba el masaje directamente al corazón.

 

En la actualidad, se desempeña como asesor y vocal principal del directorio de la Federación Deportiva del Guayas. Además es Campeón de Tiro Práctico; presidente del Club Guayas de Tiro y Aviación; y presidente de la Asociación de Tiro Práctico de la Federación Deportiva del Guayas.

 

“El Tiro Práctico es mi deporte. Los sábados voy a entrenar y si hay algún torneo fuera del país, organizo mi agenda y me voy. Así bajo un poco la adrenalina del diario vivir, de las cirugías de corazón y de dirigir uno de los centros de cirugía más avanzados que tiene el país que es esta clínica”.

 

Además es concejal de Guayaquil por la alianza PSC-MG, por tercera ocasión.

 

Su legado

Roberto Gilbert Febres-Cordero o ‘Robertito’ como cariñosamente lo llaman sus seres queridos y amigos, es un ejemplo de compromiso, entrega y sobre todo de amor. Un hombre que se ha ganado el respeto de todos por su forma frontal, transparente, sencilla y cordial de ser. Un hombre cuya virtud está basada en servir al prójimo porque para eso fue educado y entrenado.

 

“La medicina es una profesión que se hizo para servir, y si están esperanzados en hacer dinero a través de la medicina, mejor búsquense otra profesión en el comercio, que para eso hay distintas ramas para poder hacer dinero… Si quieren hacer dinero y fortuna a través de la medicina no lo van a conseguir, porque en la medicina lo que van a conseguir es servicio, porque servir y salvar una vida da una satisfacción muy grande que no se tiene palabras para expresarla”.

 

(I)

Ficha Técnica

Nombres completos: Roberto Antonio Gilbert Febres-Cordero.

Apodo: ‘Robertito’.

Fecha de Nacimiento: Guayaquil 15 de marzo de 1951

Estado civil: Felizmente casado con Mónica Orús. Tiene 2 hijas: Mónica Delia y  Melissa.

Deportes: En la actualidad su favorito es el Tiro Práctico. También hizo esquí acuático y fuera bordismo (ambos a nivel internacional). Además practicó básquet, béisbol, fútbol, gimnasia olímpica, entre otros.

Estudios: Se educó la primaria hasta el primer año de secundaria en el San José La Salle. Luego viajó a Alemania donde realizó segundo, tercer y cuarto año. Después retorna a Ecuador para finalizar el quinto y sexto año en La Salle donde se graduó. Posteriormente estudia Medicina en la Universidad Estatal de Guayaquil, hizo la medicatura rural en el pueblo Jumón, provincia de El Oro. Viajó a Ginebra, Suiza, y  estuvo tres años especializándose en cirugía cardiovascular. Tuvo un año más de cirugía cardiotorácica, en Miami, Florida; se graduó en la Universidad de Guayaquil.

Título académico: Doctor en Medicina y Cirugía.

Idiomas: Castellano, inglés, francés, alemán e italiano.

Cargos actuales: Director de la Clínica Guayaquil, jefe de cirugía del hospital Roberto Gilbert, presidente de la Federación Deportiva del Guayas.

Una frase: “Servicio”. “Yo fui entrenado para servir”.