Permaneció tendido en la calle cinco minutos. Tres hombres lo pateaban y lo golpeaban con un palo. Solo cubrió la cabeza con sus manos y desesperado pedía que se detuvieran.
Una semana tras el ataque, Patricio Malquin, un cabo de la Policía, cuenta que todo ocurrió en la Ferroviaria, un barrio del sur de Quito. Recuerda que un poco antes de la medianoche, él y otros dos agentes que patrullaban el sector encontraron a 15 personas que bebían licor en la calle y escuchaban música a todo volumen.
Dice que se acercaron, que les pidieron que se retiraran, porque estaba vigente el toque de queda por el covid-19, pero que se rehusaron. “De un momento a otro empezaron a lanzar botellas y a pegarnos. Era una confusión total”.
Malquin indica que terminó con cortes y moretones. Sus compañeros, que se encontraban en mejores condiciones, lo subieron al patrullero y lo llevaron hasta un hospital.
En la emergencia, estos hechos violentos se repiten a diario y el pico más alto se registró en mayo. Son ocasionados por infractores que violan el toque de queda o las disposiciones de distanciamiento social para evitar el virus.
La Policía sabe que desde el 16 de marzo hasta el 10 de julio 489 agentes han sido agredidos a escala nacional (en el país hay 52 000). Reciben golpes en el rostro y patadas en el cuerpo. Ataques con palos y piedras. Son heridos con picos de botella, cuchillos y hasta han sido mutilados.
El policía Giovanny Pérez quedó inconsciente luego de ser golpeado con una piedra en la cabeza. El hecho ocurrió el 10 de mayo, en la Lucha de los Pobres, en el sur de Quito.
Pese al toque de queda, un grupo de ocho personas consumían bebidas alcohólicas en la vereda. Cuatro uniformados llegaron por una alerta del ECU-911. La gente no quiso retirarse y comenzó a lanzar piedras. Tuvieron que usar gas para controlar el hecho.
La Policía advierte que las agresiones aumentaron con el cambio de semáforo de rojo a amarillo en los cantones y por la presencia de más personas que consumen licor en la calle.
Desde que estalló la crisis sanitaria hasta ayer, 16 de julio del 2020, el sistema ECU-911 recibió alertas de 90 675 libadores en el país.
El pasado 5 de mayo, un hombre que bebía licor en el sector Barrionuevo lanzó una botella de vidrio y golpeó en el rostro de Xavier Loya, un gendarme que patrullaba el sector.
Asegura que todo comenzó, porque le pidió que se retirara.
El agresor fue detenido y procesado por el delito de ataque o resistencia. Este tipo de actos son procesados bajo esta figura penal, que sanciona a los responsables con cárcel de hasta cinco años, según la gravedad de los casos.
En cambio, una lesión que produce incapacidad física se sanciona con cárcel de uno a tres años.
Durante los cuatro meses de la pandemia se ha reportado la captura de 688 agresores.
Pichincha es una de las provincias con más casos. En Cayambe un hombre tomó un ladrillo y golpeó en la cabeza de un agente. Este hecho ocurrió el 23 de abril pasado. Otros dos lo patearon en el estómago y rompieron la ventana del patrullero. Ocurrió luego de que el gendarme les advirtiera que no pueden beber alcohol en la vía.
Guayas también registra casos frecuentes. En Guayaquil, seis personas fueron detenidas el pasado 25 de abril luego que lanzaran piedras y palos a los uniformados que llegaron a controlar el toque de queda.
En otro caso, una persona fue procesada en el Puerto Principal luego de agredir con un cuchillo a un policía, quien patrullaba por el norte. El uniformado sufrió una herida en el brazo y se recuperó poco a poco.
Según información oficial, el 93% de las agresiones que los uniformados han sufrido durante la emergencia sanitaria ha sido perpetrado por ecuatorianos y el 7% por extranjeros.
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