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MONSEÑOR LUIS CABRERA: “OPINAR EN POLÍTICA NO ES UNA CUESTIÓN DE GUSTOS”

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El prelado Luis Cabrera se estrenó en el Puerto Principal con un acto masivo celebrado en la Catedral de Guayaquil, que además sirvió para despedir a Monseñor Antonio Arregui.

La dimisión de monseñor Antonio Arregui Yarza, al cargo de Arzobispo de Guayaquil, permitió la asunción del sacerdote azuayo Luis Cabrera, en el arzobispado porteño con el consentimiento del Papa Francisco.

 

El prelado llega a esta dependencia a reemplazar a quien, en algún momento, por su condición disonante con el poder político, fue duramente criticado desde las más altas esferas del Gobierno de la Revolución Ciudadana.

 

Monseñor Luis Cabrera, durante un diálogo con revista LA VERDAD, asegura que seguirá la acción pastoral de Arregui que implica dar continuidad a los proyectos dejados en desarrollo por su antecesor.

 

Pero siendo Arregui un sacerdote crítico del actual sistema de Gobierno, señala que opinar en el campo político no es tanto una cuestión de gustos y que cuando hay que hacerlo, no se puede eludir la responsabilidad de expresar el pensamiento de la Iglesia.

 

Por otra parte, dice que es importante recordar que es tarea propia de los laicos católicos incursionar no solo en la política general, sino también en la política partidista o de otra índole. Lo que se pide es que, en cualquiera tienda política, no claudiquen sus principios éticos y espirituales.

 

¿Cómo lo ha recibido la feligresía guayaquileña?

De lo que he podido sentir hasta ahora, me ha recibido con mucho afecto, alegría y esperanza. Es un pueblo muy afectuoso, abierto y acogedor, sin complicaciones. Su alegría se desborda en las ganas de vivir y luchar cada día. La esperanza en un futuro mejor le impulsa a soñar y a mirar siempre hacia adelante.

 

¿Cuáles serán sus acciones con los fieles de esta jurisdicción?

Mis acciones principales serán conocer lo que hacen los agentes de pastoral (catequistas, educadores, equipos litúrgicos, servicios sociales); aprender su forma y ritmo de trabajo; y, luego, juntos, buscar cómo responder pastoralmente a los grandes desafíos sociales y religiosos de esta metrópolis.

 

¿Qué significa para usted sustituir a monseñor Antonio Arregui?

Por un lado, continuar con los proyectos pastorales y sociales ya emprendidos y que son muchos; ventajosamente, estamos en un diálogo constante y él, que conoce la realidad donde se desarrollan, seguirá aportando para su consecución. Por otra parte, como personas y pastores, cada uno tiene su forma particular de ser, de pensar y de obrar. En este sentido, aportaré a la obra de la evangelización desde mi experiencia y formación. Las comparaciones no siempre ayudan a valorar mejor a las personas. Personalmente, tengo un gran afecto, gratitud y estima a monseñor Antonio.

 

¿Qué le deja de herencia y de qué forma va a seguir usted su gestión?

Como herencia, deja una Arquidiócesis muy organizada en el campo administrativo, pastoral y formativo. Muchos servicios arquidiocesanos, como salud, educación, alimentación, librería, entre otros, tienen su propia coordinación. Pastoralmente, la vida se desarrolla en las parroquias y en las vicarías, además de las capellanías en muchas instituciones educativas, civiles, militares y de policía. La formación de los laicos y de los futuros sacerdotes está en marcha. Eso me llena de esperanza y de optimismo.

 

Por mi parte, tengo la voluntad de continuar con estas obras. Poco a poco, si es necesario, se harán los cambios pertinentes. Comparativamente, el asumir una nueva tarea en la Iglesia se parece a la carrera de postas, donde uno tiene que seguir corriendo hacia la meta, sabiendo que otro lo reemplazará también en este camino.

 

Si monseñor Arregui gustaba de opinar en política, ¿usted también lo haría?

El opinar en el campo político no es tanto una cuestión de gustos. Cuando hay que hacerlo, no se puede eludir la responsabilidad de expresar el pensamiento de la Iglesia, elaborado a la luz del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia. Lo que sí está claro es que, como pastores, no podemos ser militantes de un partido político, lo cual nos da la libertad para poder decir lo que pensamos sin ninguna presión o amenaza. Nuestra acción se mueve en el ámbito de la política general o en la búsqueda del bien común, particularmente de los más necesitados por cualquier razón.

 

¿Cree que la Iglesia debe involucrarse en opiniones de política nacional?

Como pastores de la Iglesia Católica, como ya señalé en el número anterior, si se trata de asuntos de política general, sea a nivel local o nacional, debemos expresar el pensamiento de la Iglesia. Pensemos, por ejemplo, cuando los temas giran alrededor de los derechos humanos y de la naturaleza. Esto no significa que se opte por un determinado partido político en detrimento de otro.

 

Por otra parte, es importante recordar que es tarea propia de los laicos católicos incursionar no solo en la política general, sino también en la política partidista o de otra índole. Lo que se les pide es que, en cualquier tienda política, no claudiquen sus principios éticos y espirituales.

 

¿Su administración considerará alguna acción para ayudar a los jóvenes para alejarlos de los vicios como la droga y el alcohol? De ser así, ¿cómo lo haría?

En el plan pastoral de la Arquidiócesis ya consta el acompañamiento a niños y jóvenes que sufren varios tipos de dependencia o adicción, como alcohol, droga, tecnología, (internet, celulares, redes sociales). Las acciones pastorales están orientadas a recuperarlos, para lo cual se maneja esta situación de una forma interdisciplinaria (médicos, psicólogos, sociólogos, directores espirituales).

 

Del mismo modo, estamos trabajando en el área preventiva. Para ello, se está elaborando cartillas o folletos con una información clara y precisa sobre la composición química de las drogas y sus efectos a nivel físico, sicológicos, espiritual y social.  Es una tarea que hay que coordinar con las autoridades correspondientes, especialmente en las instituciones educativas y en las parroquias a donde concurren a la catequesis y grupos juveniles.

 

Acogiéndonos a la llegada del Papa, ¿cuál de sus enseñanzas podemos poner en práctica?

El Papa nos dejó varias enseñanzas tanto para el campo civil como para el religioso.

 

En el ámbito civil, insistió en la importancia de trabajar por la familia y la sociedad. Si contamos con familias integradas, la sociedad podría marchar mejor, guiada por tres grandes valores: la gratuidad, la subsidiariedad y la solidaridad.

 

En el campo de la educación, subrayó en la necesidad de unir lo académico con el compromiso social. Las escuelas, colegios y universidades no son islas, sino que deben estar al servicio de la sociedad.

 

En el terreno religioso, dirigiéndose a sacerdotes, religiosos y seminaristas, pidió que se trabaje en la gratuidad de los servicios pastorales y en la memoria histórica de donde vienen: su familia y su pueblo, con todas sus tradiciones.

 

¿Está lista la agenda de la iglesia para el año 2016?

La Arquidiócesis, cada año, elabora su calendario de actividades pastorales, de tal manera que todas las parroquias y vicarías lo tengan en cuenta en sus respectivas programaciones.

 

Este año está marcado, según la propuesta del Papa Francisco, por la misericordia. Buscando una mejor participación de los miembros de la Iglesia, se han organizados jubileos para sacerdotes, religiosos y laicos; además, en cada Vicaría se ha señalado un templo especial a donde los feligreses pueden peregrinar, reconciliarse y recibir la indulgencia plenaria que el Papa lo concede en estas oportunidades.

 

¿Su mensaje a los fieles con miras al año que ha comenzado?

Quisiera dirigir a todo el pueblo guayaquileño un mensaje de gratitud y esperanza. De gratitud, por la acogida y el apoyo que me ha brindado desde que llegué a esta bella ciudad; y de esperanza, para seguir trabajando con el mismo optimismo, creatividad y audacia. Que este nuevo año sea para todos nosotros una nueva oportunidad para realizar algunos de nuestros sueños personales, familiares y sociales. Que el Señor nos acompañe y nos sostenga en cada momento, especialmente en los más difíciles.  (I)