“Hay varios procesos que se están haciendo a espaldas del pueblo”, expresó Paúl Carrasco.
La reunión de los alcaldes Jaime Nebot (Guayaquil) y Mauricio Rodas (Quito), con el prefecto de Azuay, Paúl Carrasco, se celebró el pasado 23 de febrero en Cuenca, con el fin de aunar fuerzas políticas en procura de la unidad del país.
El encuentro despertó la atención no solo de las tendencias opositoras al régimen del presidente Rafael Correa (AP), sino también el de las instituciones partidistas que no comulgan con el actual sistema que gobierna al Ecuador.
Después de la cita, el comentario político se centró en el encuentro y en el origen político de los actores de la reunión. Incluso, esto hizo que el primer mandatario, en sus habituales enlaces ciudadanos de los sábados califique el cónclave como una verdadera “fanesca”
Con el pasar de los días, los comentarios oficialistas intentan hacer entender a la gente que en Cuenca se juntaron “políticos malos”, que quieren llevar al país al pasado, incluso esto habría desencadenado acciones en contra de Carrasco, pues según él, desde el poder se lo estaría persiguiendo, por el solo hecho de hacer un llamado a la unidad de los ecuatorianos frente a temas como las reformas constitucionales a través de las cuales se pretende implementar la reelección indefinida del gobernante sin autorización del pueblo a través de una consulta popular.
“No solo la reelección indefinida, hay varios procesos que se están haciendo a espaldas del pueblo. Un ejemplo es el de la Contraloría que es algo increíble porque este organismo dejaría de controlar para ejercer una acción administrativa. La auditoría administrativa es parte fundamental del proceso de control”, dijo el prefecto del Azuay.
Construir unidad
En el marco de sus apreciaciones, Carrasco estima que el actual marco jurídico del país está manejado de manera tal que está al servicio del Gobierno central, y en esa perspectiva es complicada la consulta popular porque la torna en un intento fallido.
“Por eso creo que la salida es construir la unidad y ganar las elecciones del 2017. Definitivamente, a la revolución ciudadana se le gana en elecciones y para eso se debe trabajar para conectarse con la gente en busca de una alternativa real”, señala.
Considera preciso que el encuentro de Cuenca representó la tendencia de Nebot y de Rodas en procura de una sola unidad.
Estrategia
Las elecciones de febrero 2014, donde el oficialismo recibió un duro revés electoral, es el punto de partida de la estrategia a aplicarse.
“Las elecciones del 2014 nos demostró cuales son los mecanismos para ganar, es decir, primero unidos y luego la aplicación de una estrategia conjunta. Hay cómo ganar, pero con una buena diferencia para que no exista ningún tipo de posibilidad de manipulación”, apuntó.
La cita de Cuenca no es aún una alianza, solo se trata de un llamado a la unidad. “Si se da este proceso, habrá que estructurar una propuesta para la organización de una entidad que administre el proceso. Por ahora la idea es construir la unidad nacional, como primer paso”, explica.
Fanesca, es diversidad
“El Ecuador es una fanesca donde se mezclan un montón de formas de pensar, pero el presidente quiere tener un plato que se llama Ecuador con solo un ingrediente que es indigerible”.“Cuando hacemos el llamado a la unidad sin atacar a nadie, sale el Gobierno con su fundamentalismo que es una sola voz, color y forma de pensar, de hecho eso no queremos porque no es democrático, nos dice desestabilizadores, restauración conservadora y que esto es una fanesca”, refiere Carrasco.
A esto le añade que “la fanesca es un plato ecuatoriano que tiene dos elementos claves, se come en Semana Santa en unidad familiar, es el símbolo de la unidad porque une a los ecuatorianos. Representa la diversidad del Ecuador porque lleva pescado, granos, leche, huevo, sus ingredientes provienen de sus regiones. El Ecuador es una fanesca donde se mezclan un montón de formas de pensar, pero el presidente quiere tener un plato que se llama Ecuador con solo un ingrediente que es indigerible”.
La crisis
Paúl Carrasco se refiere a la crisis financiera que está afectando al país como resultado de la caída de los precios del petróleo en el mercado internacional.
“La baja de los sueldos a funcionarios públicos para recaudar 21 millones de dólares, quiere decir que el Gobierno, en su presupuesto no tiene 21 millones de dólares, en el marco de un presupuesto de 37 mil millones. Los 21 millones no significan nada y realmente estamos muy complicados”, sostuvo.
El prefecto dice que al analizar la crisis y el modelo implementado en el país, pone en evidencia que el esquema solo le permitió al régimen gastar plata.
“No es sostenible, no ha habido inversión en producción, no existe un modelo social de la producción. Yo soy uno de los que cree que la riqueza no se la debe repartir, sino que se la debe construir en producción para lograr equidad”, afirma.
Esto, sin descartar a los sectores productivos privados como un aliado estratégico.
“Eso no ha hecho el presidente, han pasado 8 años, se gastó la plata y ahora el modelo tiene ahora dos llantas bajas y no sabe cómo sostenerlo”, remarca.
Carrasco dice que la austeridad también ha llegado a la Prefectura del Azuay, que ha implicado una priorización de proyectos y reducción del gasto corriente. Una de estas reducciones implicó restar 500 mil dólares al presupuesto publicitario del Gobierno Provincial.
De ahí que se han implementado empresas públicas al interior de la entidad de donde salen recursos para su sostenimiento.
Sin embargo, reconoce que en estas empresas se han infiltrado trabajadores sindicalistas que militan en Alianza PAÍS, que motivan a los empleados hacer cosas en contra de la Prefectura.
“Es increíble lo que pasa, se trata de gente que no hace y no deja hacer. No les importa el pueblo, si hay alguien de oposición que es representante, enseguida le quitan los fondos, tasas, lo persiguen y que el pueblo sufra por haber votado por ese. Yo he visto eso porque fui aliado a PAÍS”, refiere.
Los ajustes
Carrasco no solo cuestiona al régimen, también lo conmina a priorizar sus proyectos para reducir gastos.
“Cosas como Yasuní que no tiene sentido, debe reducir el tamaño del Estado en su orgánico ejecutivo, revisar la inversión pública y renegociar los contratos de extracción y transporte de petróleo. En este momento el WTI se cierra en 48 dólares que con el castigo de 10 finalmente se queda en 38 dólares, de ahí se bajan 8 dólares por preventa a China y el costo de producción está por los 28 dólares, estaríamos ganando apenas un dólar por barril”, explicó.
Sugiere una revisión a las utilidades de las empresas telefónicas que ganan 1.100 millones de dólares anuales.
“Se le mete las manos a las utilidades de los trabajadores, pero no a las utilidades de los dueños de estas empresas”, sugirió.
Precisa entrar en negociación con la banca, por su alto encaje bancario que está en unos 2.500 millones de dólares. Sostiene que en los actuales momentos el Gobierno tiene un déficit de 13 mil millones de dólares.
(I)