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La Clementina, la otra gran estafa del correísmo

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La entrega de la La Clementina a fines del 2013 a sus trabajadores pasará a la historia como uno de los fraudes más emblemáticos y aleccionadores del populismo: no sirvió de nada a la cooperativa de trabajadores que se supone iban a ser sus dueños, el Estado apenas ha recuperado una mínima fracción del dinero que metió en la deuda que entregaron a esa cooperativa para su compra y ahora todo indica que lo más probable es que no lo recupere nunca. Un fiasco.

La Clementina, la otra gran estafa del correísmo

La mítica hacienda bananera, que era propiedad de Álvaro Noboa, terminó siendo usufructuada no por los actuales trabajadores, sino por una oscura compañía de supuestos empresarios rusos que no ha pagado un centavo de capital del préstamo de 75 millones de dólares que la Corporación Financiera Nacional, CFN, entregó en 2014 a la cooperativa, ni cumplido con todos los pagos de los intereses. Según información de la CFN, la empresa Koval, no ha hecho los abonos de los intereses en tres trimestres del 2019 y del 2020. En definitiva, un escenario peor al que esbozó el presidente Guillermo Lasso durante su entrevista con José Hernández de 4P donde, sin mencionar el nombre, dijo que los administradores de La Clementina únicamente han pagado intereses y ni un centavo de capital.

El único dinero que recuperó la CFN fueron 5,5 millones de dólares en 2017 cuando el Ministerio del Ambiente de ese entonces expropió 2 145 hectáreas de un supuesto bosque protector por ese monto. Es decir, que el único capital recuperado provino asimismo del Estado y a costa de que se haya desmembrado la haciendo, con lo que perdió su valor original. Esto ocurrió antes de que Koval se hubiera hecho cargo de la administración.

Desde el inicio, el crédito se entregó en condiciones especiales. Inicialmente, iba a tener una tasa del 8%, pero al final bajó al 5%; y se otorgaron dos años de gracia, aunque al principio solo se habló de 12 meses. Pese a eso, la cooperativa ha buscado facilidades para cumplir con la deuda en dos ocasiones. El primer pedido fue aprobado por la CFN en 2017, año en que la hacienda cerró con 3,5 millones  de dólares en pérdidas. Las administraciones de Rafael Correa y Lenin Moreno hicieron todo lo posible para beneficiar, primero a la cooperativa y luego a los administradores de Koval.

Ahora, la situación de La Clementina está llegando a situaciones límite: la mayor parte de trabajadores, que se supone son los dueños, están en conflicto con la dirigencia de la cooperativa  que es la que llegó al acuerdo con Koval: acusan a los dirigentes de haberlo hecho ilegalmente y que esa asociación les perjudica porque no les llega nada de lo que se produce. No solo eso, según la información que llevaron la semana pasada a la Asamblea, la inadecuada atención a la plantación ha hecho que Dole ya no le compre su producción.

El ingreso de Koval a la hacienda ocurrió el 8 de marzo del 2018 cuando 27 miembros de los 30 representantes de la cooperativa Cooproval decidieron entregar a esa empresa la administración. Según los trabajadores que fueron hasta la Asamblea, los dueños rusos de la empresa son apenas una fachada del verdadero dueño de la administradora: Miguel Macías Ulloa.

La directiva de la cooperativa entregó, según el contrato de asociación y la constitución de un fideicomiso de administración, todos los derechos del negocio así como los fiduciarios y de comodato. El nuevo fideicomiso de administración establece que Koval tendrá los derechos de cobro de los contratos de venta del banano y de cualquier otro ingreso que genere la hacienda.

En diciembre de 2019, la entonces secretaria anticorrupción, Dora Ordóñez apareció ante la prensa para denunciar la entrega del negocio a Koval: «¿Por qué no han avanzado las investigaciones y por qué no se han dado por terminado con los fideicomisos que se han otorgado de forma irregular? Vamos avanzar con estas investigaciones hasta que se dé con los responsables». Un mes más tarde, en enero del 2020, Ordóñez renunció al cargo cuando se quedó sin apoyo del gobierno de Lenín Moreno.

La Clementina se cedió a los trabajadores por un acto de demagogia del gobierno de Rafael Correa. La idea de entregar préstamos para que los trabajadores compren las propiedades en las que trabajaban fue muy promocionada por ese gobierno. El Hotel Ramada en Guayaquil y la hacienda La Magdalena en Imbabura son dos ejemplos de aquello: en ninguno de los casos el Estado recuperó el dinero, puesto que las cooperativas que recibieron esas propiedades no pudieron administrarlas correctamente por conflictos internos o por falta de conocimiento de la materia. Hacerlo con La Clementina era muy atractivo: una hacienda histórica que pertenecía al político Álvaro Noboa que había terciado en la segunda vuelta de las elecciones del 2006 con Correa y que debía cerca de 100 millones en impuestos aparecía como el objetivo perfecto para crear un caso de socialismo del siglo 21. Transferirla a los trabajadores tenía, para el poder, una profunda carga simbólica: un emblema histórico del capitalismo individualista y explotador a manos de los trabajadores explotados. «En un claro síntoma democratizador de la propiedad privada, la hacienda La Clementina pasará en los próximos días a manos de los trabajadores», decía entonces la información de la Presidencia en un boletín titulado: «Remate de La Clementina, un paso más a la equidad social». Pero ni los trabajadores terminaron de ser dueños ni el Estado recuperó lo que puso en la operación. ¿Quién ganó? Es posible que los únicos ganadores sean los que terminaron administrándola sin ser dueños y sin cumplir con las obligaciones con el Estado.

https://4pelagatos.com/2021/08/31/la-clementina-la-otra-gran-estafa-del-correismo/?fbclid=IwAR3CoSmH41VgABUH2KV3hs7pXbOoesloS6bjpSODAvKyzJVnzKZZwhoEoC8