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Por: Freddy Bravo

 

A nadie se le pudo haber ocurrido que en pocas horas en el Ecuador donde la revolución ciudadana gobierna, su ariete se vea obligado, no por circunstancias coyunturales, sino por la advertencia seguramente de quienes a través de fotografías e infiltrados en las auto convocatorias ciudadanas, se percataron de una actitud, que de haber sido preestablecida, no hubiese tenido la eficacia que las calles ofrecen, a protagonistas que desde lo más profundo de su ser, rebeldes para defender la libertad y el progreso, hasta pueden asumir que la violencia en manos del pueblo no es violencia, que es JUSTICIA. Correa con muy poca prudencia, casi en los límites de la impudicia ha reivindicado en varias ocasiones para sí, la inestabilidad Política del Ecuador en los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI. “No permitiré golpes de estado” ha repetido, sin preguntarse de los derechos y del destino de los derrocados y defenestrados, ya que seguramente para él, ellos hicieron méritos por no haber escuchado al pueblo

 

Correa estableció una hoja de ruta basada en varias acciones mediáticas: escoger al adversario, y nada mejor que el pasado, que había sido sometido al escarnio de todo lo que hoy él critica: “La Prensa Corrupta”, con un cúmulo de males atribuibles en forma audaz, sin el menor recato al gobernante de turno, aun cuando eso evidencie contradicción que por sí sola se explica; solo el hecho de haber convivido con esta realidad, es más que suficiente como para exculpar a quienes ejercieron el poder. Si los medios sometían a los gobiernos, si el chantaje era su arma implacable, si los precios del petróleo eran bajos, si las recaudaciones tributarias no significaban mayores ingreso para el erario nacional, entonces hay que reconocer en ellos grandes dotes y cualidades de sabiduría y técnica para pasar esos baches y charcos que multiplicaban dificultades en demoras y desencuentros con las aspiraciones de los pueblos, en definitiva con la sociedad.

 

Correa regresó a Quito y se encontró con una ciudadanía movilizada, nunca seguramente pensó que las expeditas vías hacía el aeropuerto de Tababela, estén repletas de vehículos y sus ocupantes con banderas negras, no precisamente para recibirlo con un espejismo acostumbrado y gritos desgarradores que estén a la altura del equivalente al jefe de todas las funciones del Estado, tal como lo proclama cuando justifica sus instrucciones impartidas desde la tribuna de la “rendición de cuentas de los sábados”.

 

Ese fue seguramente el ambiente en el que afloró la reacción multicolor del cambio de guardia, en medio de emociones encontradas, se enclueca el manual con el libreto que lo convierte en Líder de los desheredados, sin dejar de ser jefe de los nuevos ricos, y escudo de por quienes no solo puso las manos al fuego sino que hasta ofreció abdicar al trono de la majestad del poder; sin duda emociones encontradas, lecturas precipitadas para mantener la tea que con el suficiente fuego ardan en los corazones, primero del que sobrevoló muy cerca del Volcán Cayambe, en medio de la turbulencia, el temporal y vientos cruzados, y quizá a la espera del milagro que el oficial de tráfico aéreo, instruya al piloto a retacar por malas condiciones para aterrizar, y de ninguna manera se replique lo que le paso con el Ex Presidente Zelaya que en Tegucigalpa el pueblo y los militares le impidieron aterrizar el año 2009.

 

El lunes desde el balcón más alto de Carondelet en el segundo acto del retorno, miles… y miles… y miles… de compañeritos, debían estar en la Plaza Grande, con el discurso repetido, donde las estadísticas entre l2% Vs. el 98%, se convierte en terreno fértil para el enfrentamiento de explotados contra explotadores, de desheredados Vs. herederos, con la espuela a favor de los revolucionarios Vs. los antirrevolucionarios, los buses no llegaron completos, la plaza no se llenaba, se cambió la orden para que solo trasmitan el discurso las radios, ya no la TV, y si, se filtraba una foto había que descalificarla con eso de que también solo el 2% tienen cámara en su teléfono, que es exactamente equivalente a ese 2% que se preparan para heredar. El discurso, la tramoya, hacían prever que podía ser corto, esta vez, estaba habilitado un pódium, no teleprompter por ese día claro puede distraer la atención de la maza, al grito de “somos más”, “muchos más”, “prohibido olvidar”, “juntos nadie nos vencerá”, “si quieren presenten la revocatoria del mandato, los derrotaremos una vez más”, y, al despedirse dijo algo como un enigma que se dilucidó pocas horas más tarde…”Si me demuestra que estoy equivocado, yo mismo retiro la Ley”.

 

En horas de la noche en horario triple A, con corbata y la banda presidencial, el mismo pero representando otra parte de su estructura que dibuja casi la imagen de esa Esfinge que presenta varias simulaciones, conciliador devoto reverente al Papa, ofrece una tregua temporal que resulta impresentable, sin ningún soporte legal, algo así como que el monaguillo esconda el evangelio en la misa, o mejor dicho Correa en contravía de sus propias y atrabiliarias intervenciones.

 

¿Por qué? Sólo él sabe, quien no obedeció. Sólo ellos saben, quienes no quieren reprimir las marchas. Es obvio suponer, Correa tiene todo el poder intacto NO.

(O)