Con el himno “Ecuador, Ecuador, abre las puertas al redentor..”, el mismo que se entonó cuando vino Juan Pablo II, inició la misa campal en el Parque Bicentenario de Quito, una de las liturgias fue en kichwa.
Durante su prédica, hizo referencia al Bicentenario del grito de independencia en Hispanoamérica, que “fue un grito nacido de la conciencia de la falta de libertades, estar siendo exprimidos, saqueados, sometidos a convivir a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno”, dijo.
También puntualizó que la evangelización puede ser un vehículo de unidad, aspiraciones, sensibilidades, ilusiones y hasta de ciertas utopías”. El pontífice dijo que hay que construir puentes, crear lazos y llevar mutuamente las cargas.
“De ahí la necesidad de luchar por la inclusión a todos los niveles, evitando egoísmos, promoviendo la comunicación y el diálogo, incentivando la colaboración”. “Hay que confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin desconfianzas”. “Es impensable que brille la unidad si la mundanalidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros.
El Papa finalizó su prédica: La evangelización no consiste en hacer proselitismo, proselitismo es una caricatura de la evangelización. Evangelizar es acercarse a los que se sienten juzgados y condenados a priori por los que se sienten perfectos y puros”.
Monseñor Fausto Trávez, arzobispo de Quito y presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE), se dirigió al público: “Nuestro pueblo tiene hambre de Dios, necesita una palabra para renovar la fe”, luego de lo cual agradeció la presencia del Papa en el país. (I)
