A la bahía Naufragio, en la isla San Cristóbal, llegó personal de la compañía americana T&T Marine Salvage para realizar los trabajos de salvataje y reflotamiento del buque Floreana que encalló en la costa de esta isla el pasado 28 de enero.
Según el Parque Nacional Galápagos (PNG), hasta que no se terminen las operaciones de reflotamiento y retiro del barco, y cuenten con los resultados de los monitoreos ambientales y de calidad del agua, que se están realizando, no es posible determinar el nivel de contaminación ni de afectación.
El PNG indica que para disminuir o evitar las afectaciones ambientales se tomaron varias medidas desde el día del encallamiento con el objetivo de recoger los residuos que pudieran verterse al mar producto de las maniobras de desembarque de carga.
Además se realiza monitoreo ambiental marino las 24 horas del día y un monitoreo terrestre pasando un día para verificar si existen alteraciones en la zona marino costera. También se realiza monitoreo submarino para determinar las afectaciones al fondo marino y las especies que en él habitan. Hasta el momento no ha habido ninguna alarma al respecto.
Técnicos del Programa de Reparación Ambiental y Social (PRAS), del Ministerio del Ambiente, se encuentran realizando monitoreos en la zona de encallamiento, para determinar posibles impactos y su respectiva valoración en términos ambientales, sociales y económicos.
El PNG manifiesta que tras la declaratoria de emergencia en las islas son los responsables de que el Plan Ambiental presentado por la empresa de salvataje se cumpla.
Daniela Cox, licenciada en Ecología Marina y habitante de Galápagos, señala que las islas son un sitio muy frágil que debe protegerse oportunamente debido a que está situado en una zona de migración de especies y que, además, posee animales endémicos como los lobos marinos que se encuentran en peligro de extinción al reducirse de unos 45 mil a 20 mil individuos en toda la región insular. (I)