Investigaciones científicas realizadas en la Alta Amazonía, en la provincia de Zamora Chinchipe, en Palanda, revelaron el más antiguo vestigio del origen del cacao. Ecuador es la cuna del cacao, y también la cuna de una historia de perseverancia y pasión que ha cambiado la vida de muchas personas, hablamos de Don Jaime Freire, el hombre que se convirtió en el “papá de los cacaoteros”.
Jaime Freire nació en una familia humilde, rodeado de naturaleza y de las tradiciones de su región. Desde temprana edad, mostró un amor profundo por la tierra y un deseo de ayudar a su comunidad. En su juventud descubrió su verdadera vocación: el cultivo del cacao. Jaime y su esposa Paulina nos recibieron en el laboratorio de su empresa, el lugar donde se produce la alquimia y la magia, tuvimos el privilegio de degustar desde el té frío de cacao, la infusión caliente de la cascarilla y un sinnúmero de combinaciones, aromas, sabores y texturas de frutos liofilizados y hierbas medicinales, resultado de varios procesos de investigación y producción, todo el carismático personal presente, nos sorprendió con un nuevo dato o curiosidad de este maravilloso mundo donde nada se desperdicia.
El cacao, conocido como “el alimento de los dioses”, es un cultivo ancestral, la Historia del Ecuador registra dos grandes “Boom”, pero enfermedades en las plantaciones como la escoba de bruja y la monilla, afectaron drásticamente la producción. La variedad más valorada de este producto es conocida como el “cacao fino de aroma arriba” cuya mazorca amarilla se diferencia de otra más común de corteza roja. Jaime tuvo la iniciativa de recuperar saberes asociados con el cacao liderando iniciativas para la revitalización de la industria cacaotera, una de ellas es el programa “Emprende cacao” que permite conocer de principio a fin las astucias para iniciar con un presupuesto mínimo, un emprendimiento de base en esta industria. Así ha capacitado a más de tres mil emprendedores. Siempre generoso, su lema es enseñar todo lo que sabe. Otra iniciativa es el programa “El cacao va a la escuela” que pretende que los estudiantes sepan reconocer y diferenciar el alimento de la golosina.
Actualmente la producción cacaotera experimenta un renacimiento. Los agricultores adoptan nuevas técnicas de cultivo y obtienen cosechas prolíferas de alta calidad. Si esta tendencia se mantiene, las familias asociadas a los cultivos verán aumentar sus ingresos y su calidad de vida significativamente. El cacao se puede convertir en la columna vertebral de la economía local. Jaime recorre el territorio compartiendo sus conocimientos con los productores locales. En cada encuentro, transmite conocimientos técnicos, historias y tradiciones relacionadas con el cultivo del cacao, enriqueciendo así el legado patrimonial de la comunidad. Pero el verdadero legado de Jaime Freire va más allá de los números y las ganancias. Su mérito más importante es devolverles la esperanza a las personas.
Inspira a una generación de jóvenes agricultores a creer en sí mismos y en el potencial de su tierra. Les recuerda que pueden superar cualquier obstáculo y construir un futuro próspero para ellos y sus hijos. Su historia ha trascendido fronteras y se ha convertido en un ejemplo inspirador para aquellos que buscan hacer una diferencia en sus comunidades. Para Jaime hay dos clases de personas: “por un lado las que lloran y por otro, las que venden pañuelos, debemos aprender a vender pañuelos” Jaime Freire, nos recuerda que, con pasión, determinación y el deseo de ayudar a los demás, podemos transformar el mundo que nos rodea.
Por Gabriela Ordóñez