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Ecuatoriano que ilustra la fauna prehistórica del país gana un premio internacional

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Al igual que muchos niños, Pablo Lara se interesó en los dinosaurios a muy temprana edad.

Ecuatoriano que ilustra la fauna prehistórica del país gana un premio internacional

A diferencia de sus compañeros que despertaron afinidad con otras actividades como los deportes, sus ganas de conocer más sobre la prehistoria lo han acompañado durante toda su vida. Ahora, con 40 años, es el primer ecuatoriano con un reconocimiento internacional otorgado por la Asociación Paleontológica Argentina por su trabajo como paleoartista.

Su obra premiada muestra una escena que, para muchos, puede ser difícil de imaginar. Sucedió en las calles del Centro Histórico de Quito, en lo que actualmente es La Ronda, hace unos 40 000 años. La prueba son unos fósiles hallados en el 2009, cuando se preparaba la tierra para una construcción.

Allí se encontraron caballos, jaguares “y tres cráneos grandes de tres adultos y un pequeño”, cuenta Lara.

Estas últimas estructuras pertenecieron a unos milodontes, parientes lejanos de los perezosos actuales y protagonistas de la ilustración que a finales de noviembre del 2019 recibió el reconocimiento en una exposición de paleoarte, organizada por la Asociación Paleontológica Argentina.

Lara se hizo acreedor al premio en la categoría profesional.

Un paleoartista es una persona que ilustra animales que se extinguieron hace miles de años. Con su trabajo, que tiene una base científica, se pueden crear imaginarios de lo que fue el mundo perdido.

La ilustración de los fósiles hallados en La Ronda es su interpretación de los eventos que pudieron haber tenido lugar en el Quito de la Era del Hielo.

Él cree que los milodontes “estaban muy distraídos por la tensión que significaba que el animal estaba cazando a su cría y no sintieron o no vieron todo el deslave que les cayó encima y conservó los huesos”.

Tras 10 años de limpieza, recolección e identificación, los huesos se convirtieron en investigaciones. El artista ecuatoriano, con la base paleontológica, realizó la interpretación de cómo sucedieron los hechos.

“Me siento muy contento de que el trabajo que hemos estado realizando está poniendo en la sociedad en común, en la opinión pública, estos temas nuevamente”, señala. Lara, quien realiza su trabajo en la Escuela Politécnica Nacional como investigador asociado, también ilustró al primer dinosaurio del Ecuador, el Yamanasaurus lojaensis, emparentado con los titanosaurios.

Él explica que para elaborar las obras “se parte siempre de un correlato real, que es lo que se encontró en la Tierra”, pero aclara que su trabajo no podría realizarse sin los paleontólogos, quienes “dan sentido” a los fósiles que se descubren.

Según Lara, los fósiles suelen ser algo abstracto para la mayoría de la población. Y a veces se habla de animales que miden seis metros, “pero en realidad lo que se encontró fueron cinco pedazos de hueso que cabrían en la mano”.

Las ilustraciones se construyen con apoyo de correlatos con otros autores y con apoyos de científicos que ayudan a imaginar cuál habría sido el aspecto del animal al que pertenecieron los restos encontrados.

“Se trata de darle un sentido, que parezca que está vivo o que genere la curiosidad de quien está viéndolo. Si presento un dibujo y no llama la atención, no conecta, no genera sentido para el público, no sirve de mucho”, explica.

Lara se dice afortunado. En el 2017 pudo ver las fotos originales de los restos del primer dinosaurio ecuatoriano. “Veíamos el hueso y había una pequeña moneda de cinco centavos alado, entonces dijimos esto es un hueso pequeño”.

Todo esto sirve para que tanto los científicos como los artistas se den una idea del tamaño que tuvo el animal cuando vivió. Elegir los colores para las obras es otro reto que, si bien se apoya en los hallazgos de campo, también se basa en la interpretación del artista.

Hay quienes piensan que los dinosaurios se asemejaban a los elefantes en sus colores y por eso pintan a los animales prehistóricos en tonos grises, mientras que hay otros que creen que pudieron ser más cercanos a los pájaros y les dan más color.

“Ahí está el truco de saber mediar entre lo que se conoce en ese momento como evidencia y las libertades creativas que puede tener una persona”.

Y contrario a lo que se puede llegar a pensar al mirar su obra, el paleoartista ecuatoriano tiene claro el alcance de su trabajo. “No soy nadie para tener un poder sobrehumano de resucitar y traer el pasado.

Esto, hasta cierto punto, es irrecuperable”, asegura. En sus palabras, su misión es realizar interpretaciones o representaciones de lo que caminó por la Tierra hace miles de años y que aún en la actualidad, asombra.

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