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LA UNIDAD: NECESIDAD DE ACUERDOS POLÍTICOS PARA EL 2016

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Para César Montúfar, líder del movimiento Concertación, el modelo correista fracasó. / Foto: María Augusta Rojas.

El líder del Movimiento Concertación, César Montúfar, realizó para Revista La Verdad un repaso de los principales planteamientos del programa de transición política para el 2017 planteado desde ese movimiento. Destaca el aporte de este programa como una propuesta al país para pensar el Ecuador del poscorreísmo.

 

¿Se puede hablar ya del poscorreísmo?

Creo que esta es una necesidad que se impone porque estamos frente a un modelo que fracasó, que está de salida, y es un modelo que como propuesta perdió una oportunidad impresionante, que ningún otro gobierno o grupo en el poder ha tenido.

 

Disfrutó de las mayores y mejores condiciones para poder dejar una huella positiva y significativa en el país, por eso afirmo que el correísmo está de salida. Podría sobrevivir en la formalidad si es que los sectores de oposición actuamos de manera irresponsable y nos dejamos ganar las próximas elecciones, pero ya como modelo político, como modelo económico, como modelo de sociedad no tiene posibilidades más allá de sobrevivir y aferrarse al poder.

 

En ese sentido esa es la responsabilidad que este momento tenemos no solamente los sectores políticos sino la sociedad, los sectores académicos, los actores culturales de pensar el futuro, de pensar lo que se viene, luego de este momento que sin duda ha sido un momento de ruptura con el pasado, ruptura que no ha sido positiva pero ha habido una ruptura, por lo que es imposible regresar a lo que existía antes de la revolución ciudadana.

 

Tampoco es posible intentar reproducir lo que ha sido la revolución ciudadana, nos toca en este momento inventar, innovar como sociedad, como políticos, como ciudadanos, como actores sociales y construir un nuevo futuro.

 

¿Es un modelo que colapsó?

Desde mi perspectiva es un modelo político, económico, incluso un modelo de sociedad, que colapsó en una sociedad compleja, moderna, diversa como es la ecuatoriana, y que no va a cambiar por la acción o iluminación de un caudillo ilustrado, un caudillo iluminado o un déspota ilustrado. Eso era quizá un modelo de cambio válido para el siglo XIX pero no válido ya para el siglo XXI.

 

Colapsó en lo económico porque ese modelo estatista de control de la economía, de construcción de un aparato enorme, ineficiente, ineficaz que tiende a la corrupción, de ninguna manera puede transformar la sociedad y, colapsó en la sociedad en la perspectiva de que las grandes promesas de la revolución ciudadana sobre una nueva política o incluso sobre un país soberano, la idea de participación ciudadana nunca ha funcionado, entonces es un modelo fracasado, es un modelo que ya no tiene aire y que pudiera mantenerse sencillamente en la perspectiva de que la casta política que lo controla y que controla este momento el Estado se mantenga en el poder lo cual podría ocurrir a través de un fraude electoral, o por otras circunstancias, pero ya como proyecto histórico, como proyecto de transformación desde hace rato dio sus últimos estertores.

 

¿Cuáles son las cosas positivas que se sacan del correísmo durante estos 9 años?

Como modelo es un modelo fracasado, equivocado e inviable, pero obviamente ha tenido algunos elementos rescatables que podrían ser retomados por cualquier proyecto político futuro. Ello no significa sin embargo que el correísmo deba mantenerse o deba seguir como proyecto político, económico o como proyecto de sociedad.

 

¿Cómo ha sido recibida la propuesta de transición planteada por el Movimiento Concertación?

Nosotros planteamos esta propuesta en un contexto en el que todos los actores de oposición señalábamos que no existía una agenda, una propuesta programática, que existían solamente ideas; y comenzamos esta reflexión quizás pensando únicamente el tema de la reforma política y poco a poco, porque ha sido un trabajo de casi más de un año, nos dimos cuenta que era necesario una visión del conjunto de la sociedad, que es necesario pensar una reforma política, el cambio constitucional en el contexto de una enorme y grave crisis económica, lo mismo hay que articular a una crisis del Estado porque el Estado ha crecido pero ello no quiere decir que funcione, que aquello debería estar articulado además a una agenda legislativa, es decir que habría que reconstruir una visión general del Estado, una visión general del papel del Estado en la sociedad, y eso evidentemente implicó marcar algunas líneas rojas, tomar algunas posiciones políticas duras por ejemplo saber desde dónde comenzamos, desde dónde hay que construir el futuro, si queremos hablar en términos normativos lo construimos desde la Constitución de Sangolquí o desde Montecristi.

 

Nosotros tomamos la decisión en un gran debate interno de que el futuro de reinstitucionalización del país comienza en octubre del 2008, de a poco este trabajo nos permitió incluso como movimiento ir desarrollando y generando un debate político, tomando decisiones, buscando opciones que son de un posicionamiento estratégico muy fuerte.

 

¿Cuáles han sido los principales avances de la propuesta?

Ha sido interesante el desarrollo de este trabajo, al inicio como que fue de escasa comprensión pues no se conocía bien de qué se trataba, poco a poco ha ido ganando espacio y me parece que ha empezado a cumplir la función que nosotros en principio habíamos pensado que podía y debía tener que es ser una base para una discusión que tienda un acuerdo programático entre distintos sectores.

 

En este momento yo diría que hemos podido acercarnos a través de esta propuesta a gran parte de los sectores políticos del país y hemos podido comenzar un diálogo que va más allá de generalidades, de críticas al correísmo y que va más allá también de lo que sería la definición de nombres o candidaturas, es un diálogo que empieza a generarse no solamente con sectores políticos sino también con sectores económicos y sectores ciudadanos sobre lo sustancial de la política que es el programa.

 

Si miramos atrás, esa fue la gran fortaleza del llamado proyecto de la revolución ciudadana que no solamente tuvo un liderazgo importante como el de Correa, sino también un posicionamiento, un programa, una postura político ideológica; entonces, creo que está comenzando a tomar cuerpo la propuesta, hemos recibido ya varias críticas, comentarios, aportes muy importantes; pero sobre todo, y creo que eso es lo interesante de este documento, es que está sirviendo como base para generar y para poner en debate un programa político entre sectores diversos.

 

En el documento se plantea la discusión con actores políticos y sociales pero ¿por qué no están organizaciones políticas como Sociedad Patriótica o el ex PRE?

Porque tenemos trayectorias muy diferentes y realidades muy distintas

 

“Hemos podido acercarnos a través de esta propuesta a gran parte de los sectores políticos del país y hemos podido comenzar un diálogo que va más allá de generalidades, de críticas al correísmo y que va más allá también de lo que sería la definición de nombres o candidaturas, es un diálogo que empieza a generarse no solamente con sectores políticos sino también con sectores económicos y sectores ciudadanos sobre lo sustancial de la política que es el programa”.

 

¿Entonces no estamos hablando de un acuerdo tan amplio?

La Concertación no mira la política en términos personales, pero uno tiene que sentarse y conversar con grupos afines. La política se construye sobre la base de articulaciones diferentes pero se requiere un nivel mínimo de afinidad, no es que nosotros descalifiquemos a nadie pero si pensamos que hay determinados actores con los cuales es muy difícil llegar a un acuerdo porque tienen una lógica diferente y se mueven desde una perspectiva diferente.

 

Yo le pregunto ¿cómo se podría pensar en Sociedad Patriótica como un actor que genuinamente sea parte de una discusión para la reforma del sistema judicial, cuando ellos fueron actores de un atropello a la Constitución del 98 y la instauración de la Pichicorte? Entonces, debe haber cierta coherencia. Insisto, con esto no pretendo descalificar a nadie ni desmerecer el derecho político que todos tienen como ciudadanos a participar y disputar electoralmente pero tiene que haber una base de credibilidad en este tipo de procesos.

 

¿Qué tanto tardaría el llamado a una Asamblea Constituyente que permita estructurar un nuevo modelo económico, político y social en el país?

Nosotros en este documento intentamos no poner procedimientos, no hablar de la operación política, y quizá en el tema de la Asamblea Constituyente es el único en donde nosotros incorporamos el procedimiento y talvez es una cuestión que debe estar en mayor debate. Lo importante es que se dé una reforma constitucional profunda, el problema no es el mecanismo sino que se pueda desmontar la estructura híper presidencial que existe en el Ecuador. Lo importante es que podamos retornar o reconstruir el esquema que existía antes, mejorado evidentemente, de selección de las otras funciones del Estado y de asignación de los representantes máximos de los organismos de control.

 

Lo importante es que el papel del Estado en la economía como está en la Constitución se modifique, es decir que en la Constitución estén las bases para un sistema electoral libre, transparente, más igualitario, etc.

 

¿Existen las condiciones para ello?

Eso se lo puede lograr de varias maneras, se puede plantear una reforma constitucional que vaya por la vía de un referéndum, se puede plantear también una Asamblea Constituyente pero haciendo una autocrítica a la postura de ese documento.

 

Posiblemente el tema de la Asamblea es un tema procedimental que dependerá de las condiciones y de la situación política que comenzará a vivir el país a partir de mayo del 2017, ahí sabremos si es que existe la fuerza política para ir por la vía de la Asamblea Constituyente o por la vía de un referéndum, pero lo que hay que estar claro en este momento y lo que tenemos que consensuar no es sobre el hipotético caso de en qué condiciones estamos para tomar una decisión política como esa sino más bien cuál es la reforma que en cualquier caso tiene que darse. El Ecuador tiene que desmontar el híper presidencialismo sea a través de Asamblea Constituyente o sea a través de un referéndum, el Ecuador tiene que cambiar este modelo perverso de intervención política sobre la justicia, eso a través de cualquier procedimiento. Su observación ha sido una observación que hemos recibido de parte de varios sectores al documento por lo que deberá ser modificado, se confunden procedimientos y lo que debería ser ya una reforma sustantiva.

 

Todavía no se identifica un personaje de la sierra, específicamente en Quito, que pueda liderar el proyecto propuesto desde la Concertación ¿Han conversado con sectores de la costa?

Nosotros como Concertación mantenemos conversación con todos los sectores, pero creemos que en el Ecuador existe un vacío político, no existe un espacio de representación política de Quito, no se ha logrado reconstruir en el país desde lo que fue el momento de oro podríamos decir, de lo que fueron los dos partidos históricos que ha tenido la sierra y Quito sobre todo desde el regreso a la democracia. Algo que pueda ser similar a la Izquierda Democrática o a la Democracia Popular. Creo que por ahí está el problema y el asunto es cómo reconstituir ese espacio de representación política en la que se puedan sentir representados no solamente un importante segmento de habitantes en Quito que se inclinan políticamente sobre todo hacia la sierra centro del país y otras regiones del país.

 

Ahí está el tema, nosotros estamos trabajando en eso y otras organizaciones también están trabajando en eso, pero tiene sus dificultades porque el correísmo fue quizá el que pudo sintetizar en un momento dado esa representatividad. Entonces, el colapso del modelo político del correísmo en gran medida es el colapso de ese espacio de representación de centro izquierda que ha caracterizado a la política quiteña.

 

El caso de Guayaquil es distinto, la política guayaquileña es mucho más tradicionalista, ahí sobrevivió la estructura política y liderazgo político de antes del correísmo, el surgimiento de nuevos liderazgos es algo que no ha ocurrido en todo el país porque el correísmo se comió una generación, similar a lo ocurrido con Mahuad, nosotros hemos tenido políticos que se han terminado con generaciones enteras, Mahuad se comió toda una generación de políticos quizá con diez años más que yo, y Correa está a punto de comerse toda su generación, yo soy parte de la generación de Correa, incluso casi se come la generación que viene después como es la gente de la ruptura. Entre Mahuad y Correa se comieron 20 años de políticos ecuatorianos, entonces si miramos desde una perspectiva más cultural de cómo se ha movido el liderazgo ecuatoriano, se puede ver que quienes han sobrevivido no son de las generaciones mencionadas sino incluso de una generación anterior como es el caso de Jaime Nebot, personaje que ingresó a la política en la década de los ochenta.

“Estamos frente a un modelo que fracasó, que está de salida, y es un modelo que como propuesta perdió una oportunidad impresionante, que ningún otro gobierno o grupo en el poder ha tenido”, César Montúfar, líder del Movimiento Concertación. / Foto: María Augusta Rojas.

¿Jaime Nebot podría liderar esta coalición?

Eso es un signo de interrogación, porque no sabemos hasta dónde este espacio de representación que es el espacio de representación de la sierra centro – norte va a ver archivado esos viejos prejuicios anti Social Cristianos, anti Febres Cordero o anti Nebot mismo. Pero lo curioso es que estamos en un momento interesante que abre nuevas posibilidades porque si es que no cuaja lo de Nebot hasta el 2017 que sería la última oportunidad, tendremos un escenario en el que el liderazgo político va a surgir ya no de la generación  del ochenta ni del noventa, sino de la primera década de este nuevo siglo, veamos qué pasa con Mauricio Rodas que podría representar esa posibilidad y ese nuevo momento, pero si miramos con un enfoque a la política generacional ecuatoriana yo creo que los astros se están ubicando para que esa generación sea la que asuma papeles más importantes.

 

¿Por qué es tan difícil que las agrupaciones políticas del país lleguen a acuerdos políticos como los que se han dado en Venezuela?

Porque la unidad es distinta, a diferencia de Venezuela, los sectores contrarios al chavismo que se fueron forjando en la década del dos mil, son sectores que de una u otra manera emergieron por sobre la generación de la cuarta república en el caso venezolano, allá no tienes un Jaime Nebot, allá no tienes un Lucio Gutiérrez, allá no tienes un Guillermo Lasso. Con esa situación, en el caso de Venezuela hubo la gran posibilidad de que la unidad que es tremendamente diversa, pueda irse construyendo con nuevos políticos, de muy distintas tendencias, que no tenían una trayectoria, que no tenían una ubicación buena o mala en el escenario y en la conciencia nacional.

 

El chavismo fue mucho más efectivo en destrozar a toda la clase política anterior y eso en gran medida tiene que ver con que la política regional en Venezuela, a pesar de que es un Estado no unitario como el ecuatoriano, no era tan fuerte como resultó ser en el Ecuador, entonces en el momento que existe la posibilidad de armar una mesa de la unidad, esa unidad puede fluir.

 

Además, hay otro factor interesante distinto al caso ecuatoriano, en Venezuela los sectores económicos productivos, han aportado económicamente a la construcción de alternativas políticas que permitan la participación fuerte de fenómenos como el de Capriles que por dos ocasiones enfrentó al chavismo.

 

En el caso ecuatoriano, los sectores económicos no le apuestan a la política, son en ese sentido mucho más rentistas, son más cercanos al Estado, por eso es que en Ecuador figuras como Guillermo Lasso pueden hacer política porque tienen esa posibilidad de poder financiar su vida política. Ello no posibilita en el país acuerdos, propuestas y alternativas que estén por fuera del jefe o presidente del partido que financia dicha propuesta política en términos muy personales. Con esas grandes diferencias es muy difícil realizar una mesa de unidad con actores que tienen independencia económica para actuar, además porque provenimos de trayectorias muy distintas, son esas las condiciones estructurales que hacen imposible que en el Ecuador se pueda armar una unidad como la de Venezuela.

 

¿Usted estaría dispuesto a liderar una coalición para la Presidencia de la República?

Eso es lo que tiene que hacer todo político, nosotros somos un movimiento político legalmente calificado, trabajamos muy duro para la calificación, tenemos una propuesta, sería un contrasentido hacernos a un lado para que otra organización se adueñe de nuestra propuesta. Por supuesto que nosotros estamos dispuestos a trabajar en el contexto de una articulación, nosotros no vamos a renunciar ni a rehuir a ningún reto, sería absurdo. La principal idea es articular un frente que pueda constituir un espacio de representación, que no es de la política quiteña ni del candidato quiteño, sino que para nosotros es en términos ideológicos un espacio de representación que va desde el centro hacia la izquierda.

 

¿Volvería a conversar con Guillermo Lasso?

Con Guillermo Lasso tengo una muy buena relación, hemos conversado, creo que tengo una buena relación con todos los políticos ecuatorianos, al propio Álvaro Noboa le tengo un gran agradecimiento, porque cuando a nosotros nos descalificaron a pesar de la enorme diferencia o discrepancias que hemos tenido, él me llamó personalmente a solidarizarse y a ofrecerme generosamente el espacio del PRIAN, yo no le acepté porque considero que tenemos una visión política diferente pero tengo en lo personal un gran agradecimiento y una enorme posibilidad de conversar. Con Guillermo Lasso hicimos un excelente trabajo en el tema de Compromiso Ecuador, tenemos una muy buena relación, sin embargo, me parece a mí que aquí hay un problema metodológico, ellos tienen una visión legítima claro que es posicionar a un candidato a la presidencia, es una organización inscrita y tienen todo el derecho de hacerlo. A nosotros nos parece que metodológicamente esa no es la mejor vía en este momento cuando en realidad hay que acordar un programa antes de candidaturas, pero evidentemente podemos conversar con él.

 

“La principal idea es articular un frente que pueda constituir un espacio de representación, que no es de la política quiteña ni del candidato quiteño, sino que para nosotros es en términos ideológicos un espacio de representación que va desde el centro hacia la izquierda”.

 

La propuesta de ustedes plantea estructurar un nuevo estado democrático. ¿No existe democracia en el país en la actualidad?

No existe democracia, que haya elecciones no quiere decir que haya democracia, para que haya democracia se necesita al menos cuatro características: Elecciones, elecciones limpias y competitivas, que sean equitativas para todos los actores lo cual podemos poner en duda, tiene que haber equilibrio e independencia entre las funciones y poderes del Estado, cosa que en el Ecuador no existe, tiene que haber un respeto mínimo a ciertos derechos fundamentales que tampoco existe en el Ecuador. No existiendo esas cuatro condiciones puedo manifestar que en el Ecuador no hay democracia, hay elecciones, es un régimen electoral, es un régimen que no se mantiene por medio de la fuerza, se mantiene porque la gente lo apoya, pero eso no quiere decir que en el Ecuador haya una democracia, por eso el reto es reconstruir una verdadera democracia.

 

Plan económico para afrontar la crisis

¿Cuál es el plan económico para afrontar la crisis actual?

A nosotros nos parece que eso va a ser la primera medida que deba tomar el próximo gobierno con la ayuda del Legislativo y que pasa por tres ejes fundamentales:

 

Primero una reducción drástica del tamaño del Estado, el Ecuador no es un país que deba tener el mega estado, tenemos que redimensionar el Estado a las reales condiciones y necesidades del país, lo que implica una reforma del servicio público, y una reforma del organigrama y de la estructura orgánica y funcional del Estado. Nosotros ahí hablamos de reducir de los más de 50 ministerios a lo que tradicionalmente ha habido en el Ecuador que son 18.

 

En segundo lugar, hay que renegociar la deuda, los créditos y los diferentes mecanismos que ha tenido el Gobierno en los últimos dos años, específicamente para financiarse en términos absolutamente poco transparentes; es decir, el Ecuador con la deuda que tiene, las obligaciones económicas que tiene, no va a poder afrontar una situación como la actual, es insostenible.

 

Un tercer tema, hay que redimensionar estos elefantes blancos, esa política de inversiones que el Ecuador ha tenido. En el tema de las hidroeléctricas necesitamos saber si el Ecuador necesita esa capacidad de generación eléctrica ¿qué vamos hacer con la energía? Aquí hay un problema de sobredimensión muy alto. Esas mega inversiones, es necesario redimensionar el tema de la Refinería del Pacífico y cosas más pequeñas como Yachay y tantas otras ideas que se les metió en la cabeza y que no van para ningún lado.

 

En cuarto lugar, hay que rehacer la política petrolera y energética en general lo cual pasa por un gran acuerdo político con sectores de pobladores, campesinos, indígenas; es decir, aquí hay un tema que es absolutamente indispensable topar.

 

Se debe mencionar también el tema subsidios, hay que focalizar subsidios, no hay otra salida, esa focalización también pasa por generar mecanismos de compensación para los más necesitados.

 

Esos cinco elementos son parte del programa económico de emergencia que no es el de una política económica de mediano y largo plazo que una vez que esté estabilizada la economía, blindada la dolarización que este momento está en serio riesgo, entonces tendremos que llevar acabo ya en un segundo momento. Esto es lo que emergentemente el Ecuador requeriría.

 

Perfil

César Montúfar, político ecuatoriano, ex-asambleísta por la provincia de Pichincha en la Asamblea Nacional del Ecuador, dirigente político de oposición, analista y académico de ciencias políticas y relaciones internacionales.

 

Licenciado en Sociología, Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito; MA, y PhD en Ciencias Políticas, New School for Social Research, Nueva York.  (I)

Por: Cristian Bravo